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La Voluntad

Federico Sabalette
Federico Sabalette
6 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

El diccionario la define en diversos sentidos, pero que a mi entender se hallan relacionados. Comienza diciendo que es la facultad de hacer o no hacer. A renglón seguido la vincula con el libre albedrío en cuanto conduce a una decisión, determinación o elección. También la asimila al consentimiento, el ánimo y las ganas.

Yo la comparo al motor de un automóvil que necesita combustible para ponerse en marcha y funcionar, combustible que en el caso de la voluntad lo suministra el ánimo o las ganas que tenemos en hacer o no una cosa, en aceptar o no algo.

Se afirma que el ser humano cuenta con tres planos, el cognitivo relacionado con el conocimiento aprendido y adquirido, incluyendo a la memoria, el emocional que comprende a los estados de ánimo, y al volitivo, que a mi entender no es estanco, sino que está estrechamente ligado con los otros dos, pues en mi opinión, la voluntad es la exteriorización de la conciencia y el ánimo. La conciencia porque nos dice qué hacer o no hacer, el ánimo porque nos impulsa en uno u otro sentido. En una palabra, la voluntad expresa la conciencia y el ánimo. La conciencia decide y el ánimo impulsa y moviliza.

En verdad, cuando hablamos de voluntad lo hacemos en sentido positivo y activo, y no omisivo y pasivo. De allí que decimos en el primer caso que hay fuerza de voluntad y en el segundo que no hay voluntad o falta la voluntad.

También hablamos de buena y de mala voluntad, concepto que es muy subjetivo, ya que por lo general calificamos de buena voluntad la de quien responde a un pedido que le hacemos o acepta nuestra propuesta u ofrecimiento, y de mala voluntad, cuando los rechaza.

Hay factores que atentan y afectan nuestra voluntad, tanto de conciencia, ánimo y biológicos. En cuanto a la conciencia, la resignación y el conformismo son los más influyentes. En lo anímico, los miedos, resultan ser decisivos. Respecto a lo biológico las enfermedades psíquicas y físicas que anulan o nos quitan la voluntad.

El deseo es un factor fundamental de la voluntad, en sus diferentes sentidos, a punto tal que el psicoanálisis lo considera clave como dinamizador y movilizador.

Precisamente el diccionario define al deseo como “movimiento enérgico de la voluntad hacia el conocimiento, posesión o disfrute de una cosa”. Es decir, deseos de aprender y saber, de poseer algo o satisfacer un placer.

Así como el ánimo impulsa la voluntad, el deseo la conduce, por lo que podemos decir que la voluntad es la exteriorización del ánimo que busca la satisfacción de un deseo.

La voluntad puede expresar la lucha por imponer un ideal, político, religioso, filosófico, moral, o por interés o conveniencia económica, como sucede en los negocios y contratos comerciales, e incluso en beneficio de otro u otros sin contraprestación alguna, como sucede en las donaciones y en los actos llamados de” última voluntad”, como los testamentos y legados.

La voluntad es legítima para la ley cuando se manifiesta libremente, con intención y discernimiento. De allí que son para ella vicios de la voluntad, la violencia, la inmadurez, la insania, la simulación, el fraude y el error de hecho.

En la voluntad interviene la libertad y la intención. Por lo que no hay voluntad cuando no se es libre, y no existe el ánimo o el propósito de hacer o no hacer una cosa. De allí que se diga en un error o equivocación “no tuve la voluntad de hacerlo”.

Por ello se comete una tautológica redundancia cuando se dice “incurrió en un error involuntario”, ya que todo error lo es, pues de ser una equivocación deliberada, deja de ser un error, y pasa a ser intencional, y mucho más si se hace, como generalmente sucede, con ánimo de perjudicar.

La voluntad libremente expresada puede conducir al consenso o el disenso, es decir a aceptar una idea o propuesta o desestimarla.

La voluntad popular sólo existe en los sistemas democráticos y no en las tiranías y dictaduras.

En cuanto a las distintas versiones en que se manifiesta la voluntad, está el” voluntariado” que comprende a todas las personas que prestan servicios comunitarios o en defensa del medio ambiente por decisión propia y libre, y el “voluntarismo” que es la formación de ideas o la toma de decisiones deseables o agradables de imaginar, pero sin estar basadas en evidencias o racionalidad, lo que constituye una falacia.

La resiliencia es una versión de la voluntad que supera a toda discapacidad física o sensitiva. Dos emblemáticos ejemplos, el de Stephen Hawking y Helen Keller.

“Así como se dice que la fe mueve montañas, con la voluntad se las puede escalar y llegar a alcanzar sus cumbres más altas”.

Proverbial pensamiento que comprende a la voluntad con buenas intenciones en sus modos diversos.

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