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El Empleo

Federico Sabalette
Federico Sabalette
6 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

El diccionario define al empleo como sinónimo de ocupación, oficio, destino.

El dinero para empresarios y comerciantes es equivalente a rentabilidad, y para los trabajadores de empleo, por ser el único medio de subsistencia para ellos.

Los factores de producción que son el capital y el trabajo se necesitan recíprocamente, pues el primero demanda trabajo sin el cual no puede desarrollarse, y el trabajo se ofrece al capital ya que sin él no puede lograr ocupación.

Ambos contribuyen a la productividad, el capital a través de la inversión, y el trabajo por medio de su calificación y rendimiento.

En virtud de que esa relación antes de fabricante y operario, de máquina y manufactura ha cedido paso a la tecnología, el empleo ha mermado sustancialmente y se halla en crisis no sólo en este país sino en todo el mundo, debido a una disminución marcada de la demanda de mano de obra.

Esta expresión “mano de obra” viene siendo reemplazada por lo que yo llamaría” la mano automática” que consiste en apretar botones que hacen el trabajo y mucho más sin duda del que hacían un gran número de obreros manualmente, y que por tal causa dejan de estar ocupados, y sin posibilidades en varios casos de volver a estarlo.

Ello exige además una calificación para el trabajo, que la mayoría no la tiene.

La falta de empleo genera desocupación, y ésta si se expande de manera permanente aumenta los índices de pobreza e indigencia. De allí que la hambruna que ya golpea fuertemente al mundo y que se pronostica ser una de las nuevas pandemias, es una de las principales consecuencias de la disminución del empleo.

Muestra de ello es el notable y alarmante crecimiento de personas y familias enteras que por cualquier medio (de a pie, en botes y hasta nadando), migran por hambruna y falta de empleo de los países pobres a los desarrollados en busca de refugio para su subsistencia.

Las migraciones por hambruna son siempre por falta de empleos elementales. Pero también las hay de profesionales y de obreros con mano de obra calificada por no encontrar ocupación o buenos salarios en sus países de origen.

En el primer caso están los países del continente africano y algunos del americano.

En Argentina, el éxodo se da en cierta franja de la juventud y en científicos y técnicos que encuentran empleos bien remunerados fuera del país especialmente en Estados Unidos y en algunos de Europa y Asia.

Se puede decir en tal sentido que nuestro país es exportador de materia gris. Pero el problema también está en el empleo elemental que cada vez es menor con relación a la oferta, siendo mentirosas algunas estadísticas cuando señalan un aumento de la ocupación, pues se trata de trabajo precarizado y en negro, que no es otra cosa que la llamada subocupación, que consiste en una desocupación en cubierta.

En Argentina son las PYMES las que más demandan empleo, aunque tienden a reducirse por los altos costos de producción que deben afrontar, en especial de insumos importados, dentro de un contexto económico en crisis, y con un alto nivel de inflación, volatilidad e incertidumbre.

El empleo es el gran desafío de este siglo, donde con la desocupación crece la hambruna.

Lógicamente que el economista inglés Thomas Malthus por la época en que formuló su teoría sobre la relación del hambre con el crecimiento poblacional no pudo prever el del empleo, que comenzó a surgir a partir de la crisis del 30 en el siglo XX y que logró por un tiempo ser solucionada en virtud de la aparición y aplicación de la teoría de otro economista inglés llamado John Maynard Keynes.

En este país la escasez de empleo ha dado lugar a lo que se llama “empleomanía” (afán de acceder a empleos públicos), lo que ha sobredimensionado la burocracia estatal.

Los subsidios por desempleo suelen funcionar como paliativos en países con economías medianamente estables y en expansión, y los planes sociales tal como se aplican aquí no son más que un subsidio a la pobreza, que la posterga en lugar de combatirla.

“Si el comunismo limita el progreso individual en nombre de la igualdad, y el capitalismo concentra riquezas en favor de los que tienen más, privando de la oportunidad de que una gran mayoría acceda a un empleo formal, faltaría una ideología donde lo humano sea el principal capital, no para explotarlo como se ha hecho hasta ahora, sino para considerarlo como el factor esencial y preponderante”.

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