En 1810 un grupo de patriotas de nuestra tierra, comprendieron que se daba la circunstancia histórica para que el Virreinato del Río de La Plata rompiera lazos con la madre patria.
¿Cuáles eran esas circunstancias? España en 1810 era un nación debilitada e invadida. Presos Carlos IV y su hijo Fernando VII, obligados a abdicar por Napoleón, se constituyeron Juntas de resistencia. En ese año casi toda España se hallaba en poder del ejército napoleónico, aunque nunca lograría dominarla totalmente.
Por otro lado, los hombres nacidos en estas latitudes habían leído a los grandes idealistas de la época, y estaban imbuidos de los principios de la revolución francesa que consagraba el derecho inalienable a la libertad.
Y con esos principios y aprovechando la ocasión que le daban los hechos que ocurrían en la metrópoli, los prohombres fundadores de la nacionalidad generaron los hechos que desembocaron en el 25 de Mayo de aquel año 1810, cuando reunidos los cabildantes la plaza mayor pese a la llovizna estaba llena de público efervescente. French y Berutti, habían reclutado hombres en los suburbios y los habían distinguido con cintas, sobre cuyo color unos dicen que fue blanca y celeste.
Allí estaba el pueblo, frente al Cabildo o refugiado en la recova, a la espera del resultado de las deliberaciones. Se consultó a los jefes militares, y por ellos supieron que tropa y pueblo confraternizaban. Los más exaltados, los jóvenes, golpeaban a las puertas de la sala capitular donde los cabildantes atemorizados seguían buscando una solución que no quitara el gobierno al virrey. !El pueblo quiere saber de qué se trata!… se oían las voces imperiosas junto con los golpes.
Por fin los representantes votaron la Junta que una intimación escrita les hizo llegar como expresión de la voluntad pública: Cornelio Saavedra como Presidente; Secretarios eran Juan José Passo y Mariano Moreno. Vocales: Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Miguel de Azcuénaga, Manuel Alberti, y dos españoles: Domingo Matheu y Juan Larrea.
Un militar, un sacerdote, dos comerciantes, cinco abogados.
El coronel Saavedra, hombre adinerado, Jefe del batallón de Patricios, representaba la tendencia moderada, más conservadora.
Belgrano, un economista, director del «Correo del Comercio», había demostrado su capacidad y desinterés. La revolución lo improvisaría general.
Passo y Castelli, doctores, constituían la que sería la izquierda de la Junta; hombres decididos que apoyaron la acción de Belgrano, alma de la revolución. Los otros, Azcuénaga, Alberti (Sacerdote), Matheu y Larrea, oscilarían entre una y otra tendencia.
El Secretario Mariano Moreno, demostró ser un hombre excepcional. Empuñó la antorcha de la revolución y en el escaso tiempo que le restaba de vida -murió el 4 de mayo de 1811- realizó una obra de larga, profunda y luminosa huella democrática.
El impulso de Mayo brotó de su gran espíritu, valiente y recto. Moreno es la acción, y en ella vivió quemándose lúcido y heroico. Moreno fue doctrinario, pero además polemista, fue el ímpetu combativo, imprescindible para toda revolución, sobre todo en su comienzo. Belgrano representó su pensamiento y fue su espada, Castelli fue el orador, el que se lanzó por las provincias inflamando a los pueblos con su palabra plena de sinceridad y brío. Llamativamente los tres vivieron muy pocos años. Moreno murió en 1811, Castelli en 1812, Belgrano en 1820. En ellos, como en Paso, existía fe en la democracia republicana, anhelo de independizar al país, y la aspiración que su credo se extendiese a las demás naciones de América.
Aquellos hombres sembraron la primera semilla para constituir una nueva y gloriosa Nación en aquellas jornadas de Mayo de 1810, hace hoy exactamente doscientos trece años.