Ad imageAd image

Orquesta de señoritas

Federico Sabalette
Federico Sabalette
6 Minutos de lectura

La participación de la mujer formándose como músico, estaba dada a comienzos de siglo a través de academias, tomando el piano o violín, como el instrumento apropiado para ello. Era no bien visto, aquello de que la mujer tuviera que abrir y cerrar las piernas, eligiendo para ello al bandoneón, instrumento típico de hombres.

A través de la participación como ejecutantes, también de batería y contrabajo, las señoritas de otrora, conformaban la orquesta.

Una de las primeras referencias la encontramos en el año 1912 cuando para regocijo de los asistentes actuaban en el bar y biógrafo «La Armonía», propiedad de la firma Aymonino, Carugatti y Gey, una orquesta de señoritas contratada en Capital Federal para horario vermouth y noche.

Dolores en el año 1914 vio pasar otra formación en el aludido salón de Castelli y Belgrano. En efecto sin anuncio previo irrumpieron en el intervalo del programa el 3 de noviembre, una compuesta de piano, violín, flauta y violoncelo, quien hizo pasar buenos momentos desgranando variados trozos de melodías hábilmente ejecutadas.

La rutina en esos lugares lo constituía la proyección de películas mudas, incorporando sonido a través de una pianola parlante, o bien con orquesta en vivo. Biógrafos donde se pasaban cintas en varios actos o partes y disfrutando los habitúes el momento, cómodamente instalados en mesas y sillas.

En dichos locales la habilitación mostraba la palabra cafés, aunque funcionaban como biógrafos, siendo de lo más heterogéneo la participación de los números. Cantores nacionales, mezclados como ventrílocuos y conferencistas.

Una de las pocas referencias que se conocen en cuanto a participación de la mujer a través de la ejecución de algún instrumento, lo constituyó Francisca Cruz «Paquita» Bernardo. Ejecutante como pocas del bandoneón, la mujer era la atracción en los salones de bailes de Villa Crespo y zona.

Había nacido con el siglo XX, falleciendo en la plenitud de sus condiciones el 14 de abril de 1925.

El “Bar Tokio”, fundado en el año 1919, se constituyó en el reducto que más cantidad de números artísticos congregó. La atracción de la orquesta de señoritas era todo un suceso, primero Zenemon Nakama y después Ninomiya, apostaron a sus presentaciones. El proscenio que hacía las veces de escenario estaba ubicado al fondo del local en la parte superior.

Los diarios destacaban que el sábado 24 de junio del año 1933 haría su debut una excelente orquesta formada por señoritas y caballeros procedentes de la Capital Federal. Dicho conjunto musical actuaba todos los días por la tarde y noche.

La rivalidad de los musicantes también estaba a la orden del día. Luisa Cora, la cancionista del lugar acaparaba la atención de un viejito setentón que a toda hora ocupaba una mesita junto a su amigo Calderón, pasándose horas embobado oyéndola cantar. Pero se dice que cayó al lugar una joven violinista que pronto concitó la atención y el interés de los muchos hombres que poblaban la sala.

Los números artísticos se sucedían y renovaban.

Por el mismo lugar pasaba en el año 1937 la orquesta típica «Mary» cumpliendo una temporada plaga de éxitos y reconocimientos. Mary Bisaglia dirigía y tocaba el bandoneón, M. Menvielle en piano, Lila Petersen violín y su hermana Nena era baterista y cancionista.

El sábado 1 de julio de 1939 lo más granado y nato de la flor caballeresca dolorense se daba cita para aplaudir la sensacional orquesta de señoritas integrada por «Ruby» en piano; E.S. Acuña en violín; Rosita en bandoneón y Arriola en batería. Resaltaba la presencia de este último instrumento para acompañar la música del dos por cuatro, hoy caído en desuso.

Cinco años después, el diario «La Reforma» destacaba la aplaudida orquesta que dirigía la violinista Srta. Lila Peterson, tomando por igual magníficos trozos de música clásica y popular. Colaboraba en forma destacada la profesora de piano Sra. Taylor de Percarmilli, «ejecutando la música sentimental del tango, e imprimiéndole el estilo canyengue, característico del tango autóctono de la guardia vieja».

La primera bandoneonista del conjunto era la Srta. Aurora Crisnejo, mientras que Reina Mora la cancionista ya conocida del público local, luciendo su buena voz en la interpretación de tangos y canciones de moda.

Figurantas, -tal la denominación que recibían algunas ejecutantes de dudosa formación musical-, eran las que efectuaban la parodia de musicantes.

El local del Bar debido a la presencia de gente que hacía de la diversión su medio de vida, ocasionó innumerables problemas con la policía y la Municipalidad, sufriendo por ello clausuras y su posterior cierre definitivo en 1944.

Por la misma zona, la firma Mendoza y Manzo poseía un local de similares características conocido como «City Bar», en la esquina de Belgrano y Castelli. También allí se podía observar este tipo de espectáculos que tanto atraían el elemento masculino.

Bajo el nombre de «La Porteñita», Florencia Díaz como cancionista, Sarita Taylor como pianista, Rosita Díaz violinista y la aplaudida bandoneonista Srta. Kela Ortuztegui, arrancaban aplausos y vítores en su noche debut del 7 de septiembre de 1943.

 

Fuentes: Todo es Historia – Diarios «La Reforma» y «Deportes», Museo de la Ciudad e información propia.

Share This Article
Deja un comentario
error: Si desea compartir esta nota utilice los íconos que aparecen en la página. Muchas Gracias. Copyright © www.compromisodiario.com.ar