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Cierre del Festival Siccardi: un Concierto de Gala

Federico Sabalette
Federico Sabalette
8 Minutos de lectura

El día sábado 23 de noviembre en el Teatro Unione de Dolores tuvo lugar el cierre del Festival de Música Argentina “Honorio Siccardi”, en su segunda edición, largamente esperada desde 2007.

Con esta auténtica gala, se cierra un esfuerzo que la Secretaría de Cultura de Dolores, la familia Siccardi, y todos los vecinos y colaboradores deben considerar como un evento educativo y cultural de primera línea a nivel nacional, sin duda uno de los mayores logros de gestión, por la calidad artística, el sentido social y patrimonial, y el espacio identitario que este festival otorga a la música argentina de altísima calidad que rara vez se escucha en nuestros escenarios nacionales.

Luego de una serie de eventos diversos de muy diferentes manifestaciones y para todas las edades (primaria, secundaria, adultos), el concierto en el Teatro Unione – auspiciado por la venerable Asociación Argentina de Compositores – fue una conjunción de talentos nacionales e internacionales que pusieron todo su arte al servicio de música argentina injustamente desconocida, con foco en nuestro compositor homenajeado: Honorio Siccardi.

Los artistas que participaron fueron: Melina Marcos y Gerardo Delgado, pianistas de gran experiencia, el barítono Leonardo Estévez, de amplia trayectoria en el Teatro Colón y otros escenarios internacionales, y la violinista austro-húngara Édua Zádory, multiartista virtuosa integrante de la Orquesta de Cámara de Viena y solista internacional.

Pero si se piensa que la calidad de estos artistas clásicos indujeron a un ambiente ceremonioso y acartonado dedicado a desempolvar obras de museo, nada más errado.

El recital fue conducido de manera muy original por el locutor Horacio Burgueño, en diálogo con el maestro Lucio Bruno-Videla, uno de los fundadores y programadores del Festival Siccardi. Con otro estilo y de una manera sumamente amena, el maestro Gerardo Delgado tomaba la palabra por momentos, obteniendo la simpatía del público que a cada pieza lograba ingresar más en ese mundo tan desconocido pero tan nuestro, de la música académica argentina.

El primer bloque incluyó dos sonatas para violín y piano, la de Ernesto Drangosch (1882-1925) y la de Honorio Siccardi. Maestro y discípulo en dos obras absolutamente diferentes. Al neoromanticismo expansivo y virtuoso de Drangosch se opuso un vanguardismo sorprendente que las dos intérpretes flanquearon con solvencia y absoluto dominio de las obras. Entre ellas, hubo una exquisita obra de Siccardi: el estudio para piano La niña ingenua, de una poética admirable. El primer bloque llegó a su fin con una obra actual: el Preludio Lejanía de Mauricio Charbonnier. Excelente iniciativa de este festival: unir compositores históricos con los jóvenes actuales que se abren espacios. Charbonnier nos plantea un neo-romanticismo de gran vuelo lírico, bellamente instrumentado para el dúo.

El siguiente bloque fue el espacio para la voz: la presencia imponente de Leonardo Estévez nos deleitó con cuatro obras para canto y piano: dos delicadas canciones de Julián Aguirre (en su centenario): Caminito y El zorzal. La sorpresa nos llegó con las dos canciones de Siccardi: La lluvia no dice nada y La nariz, sobre versos de Pedro Obligado y Francisco Quevedo, respectivamente. Es difícil imaginar cómo un género emocionalmente delicado y pensado especialmente para la tertulia, puede ser encarado con éxito dentro de las vanguardias. La canción satírica La nariz, interpretada impecablemente por Estévez y Delgado, desde una lectura teatral y a la vez virtuosa de este Siccardi humorístico, fue sin duda uno de los momentos de la noche.

Tres arias de óperas argentinas casi desconocidas dieron el cierre a la sección vocal: Shafras de Constantino Gaito y Pampero, de Manuel del Olmo, permitieron dar cuenta de la versatilidad de los intérpretes quienes claramente saben diferenciar en todo aspecto una canción de cámara de un aria de ópera. En “Lin Calel, qué bella eres…” , el maestro Delgado nos comentó sobre la gran difusión de esta ópera homónima de Arnaldo D´Espósito (1907-1945), y – dado el amplio lirismo de la música – nos preguntamos: ¿cuándo será posible deleitarnos con una ópera argentina en Dolores…?

El ritmo del concierto se aceleró con piezas cortas de rápida alternancia entre los intépretes: Cardón, para violín solo y chajchas, del compositor presente en la sala, Hernán Quintela. Aquí pudo apreciarse todo el virtuosismo técnico, musical y…. corporal de Édua Zádory, no acababa esta obra cuando el dúo Marcos-Delgado se despachó con el Pericón de Siccardi, obra – como nos explicó Bruno-Videla – representativa de una suerte de “cubismo musical”. La pieza resulta una original vuelta estética diferente a ciertos adocenados nacionalismos.

Bruno-Videla nos comentó que en el programa no se quiso dejar afuera a las representantes femeninas de la creación musical argentina, tras lo cual Zádory y Marcos interpretaron con una delicadeza antológica la pieza característica En piragua, de Celia Torrá (1884-1962), gran artista entrerriana que desde hace unos años se está recordando con justicia.

Las obras que coronaron el final, como no podía ser de otra forma, fueron brillantes: los Aires santiagueños, para violín y piano de Gómez Carrillo. Gratísima obra de un virtuosismo violinístico comparable a las piezas de Paganini, que Zádory no sólo resolvió con soltura, sino que además sorprendió al público con una musicalidad absolutamente “santiagueña”, secundada al piano con calidad acorde por Gerardo Delgado.

La ovación recibida ante el inesperado sentir norteño de Zádory, condujo al gran broche de cierre: la Canción de los sembradores, de Siccardi, con versos de Alicia Domínguez, en arreglo especial para la ocasión del polifacético Gerardo Delgado.

“Nosotros somos sembradores de la labor y el bienestar, sembrar es bueno y el que siembra también mañana segará” – así cantaba Estévez este final que emocionó a los vecinos dolorenses, tras lo cual – también en arreglo para la ocasión – los artistas (esta vez junto al público) interpretaron la Canción a la bandera, de la ópera argentina Aurora de Héctor Panizza. No se pudo pedir más La emoción conmovía, ¿cuántas ciudades argentinas disponen de este privilegio?

Como epílogo tuvo lugar la entrega de reconocimientos a los artistas a cargo de las autoridades oficiales,

Es de destacar el público que asistió al concierto por su calidez, aplausos entusiastas y las ganas de más… el Festival Siccardi cerró su telón y será hasta el próximo año.

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