Ad image

La Ansiedad por lo Inmediato

Federico Sabalette
Federico Sabalette
4 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

La ansiedad es un estado anímico que se caracteriza por la inquietud, la impaciencia y hasta la zozobra por alguna preocupación, espera de algún resultado o definición o el querer lograr una solución inmediata con respecto a un problema.

Lo inmediato es lo coyuntural, lo instantáneo y sin demora.

El acelerado ritmo en que hoy vivimos lleva a esa ansiedad por lo inmediato, tanto para exigir a otros, como para exigirnos a nosotros mismos.

Es común en el trabajo que un jefe ordene a su personal hacer cosas diciendo ¡es para ayer no para hoy!, o ¡ya tiene que estar hecho!, como si tuviéramos la capacidad de hacer magia, y el tiempo necesario para pensarlo y elaborarlo no contara.

Creemos manejar el tiempo, pero éste se encarga de vengarse, cuando por ignorar su necesario espacio para utilizarlo de manera conveniente y oportuna cometemos errores.

Se dice que todo lo que se hace apurado sale mal. No obstante, tan sabio refrán, con el afán de querer ganar tiempo lo perdemos, porque lo que sale mal por tener prisa, hay que rehacerlo, aumentando más nuestro mal humor y nerviosismo, lo que agrava nuestro inicial estado de ansiedad de pretender ganarle tiempo al tiempo.

Un ejemplo lamentablemente frecuente es el de llegar a un lugar lo más rápido posible a veces sin razones de premura, sino por el solo hecho de estar ansiosos y apretar el acelerador excediendo la velocidad permitida.

Dicho apuro que se manifiesta en imprudencia origina a diario numerosos accidentes, por lo general con pérdidas de vidas, lo que habla que la ansiedad por lo inmediato también mata.

En tal vorágine, nuestra mente no descansa ni cuando duerme, pues la impaciencia que genera la ansiedad no tiene tregua.

Lo placentero de usar el tiempo lo mejor que se puede y en lo que cada uno desea ha cedido paso a la preocupación de querer resolver todo al momento, como si vivir fuera una permanente urgencia.

Se piensa poco y se actúa mucho y mal.

Lo prematuro es una demostración de ello, especialmente en una adolescencia apresurada como dice una canción, que pasa a cumplir roles de adultos cuando debería estar disfrutando despreocupadamente de esa bella edad.

Creemos que el tiempo pasa rápido, cuando en verdad somos nosotros por la ansiedad de lo inmediato quienes lo perdemos.

El no nos compele a acelerarnos, sino nuestra ansiedad de querer todo ya y ahora.

El ¡no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy!, es bueno como anticipación de tiempo aprovechado, pero tampoco debe generar una obsesión de no esperar cuando es necesario para pensarlo bien y hacerlo mejor.

Incluso el éxito que se logra pronto suele ser efímero, porque le faltó tiempo para consolidarse.

El refrán popular que dice “el que espera desespera” se da en esta época donde se vive con tanta celeridad e impaciencia.

Algunas de mis reflexiones: “Al dar la informática respuestas inmediatas, es que se está perdiendo la costumbre de esperar”.

“La constancia de hacer las cosas sin prisa pero sin pausa, ha sido olvidada por la impaciencia de querer todo de manera rápida: ansiedad que, además de estresar y enfermar, tiene como paradoja a la burocracia que incurre habitualmente en prolongadas demoras”.

Compartir Articulo
Deja un comentario
error: Si desea compartir esta nota utilice los íconos que aparecen en la página. Muchas Gracias. Copyright © www.compromisodiario.com.ar