El resultado de la Elección Municipal de este domingo fue realmente un baldazo de agua fría para Camilo Etchevarren y sus seguidores, particularmente para su séquito de colaboradores más directos que vieron que tanto los beneficios como las prebendas que gozaban llegan a su fin.
Acostumbrados entre otras cosas al uso de vehículos oficiales para sus actividades particulares, a que el Municipio les costeara el combustible y en algunos casos el mantenimiento de sus vehículos, a utilizar teléfonos celulares suministrados por la Administración Municipal, de un minuto a otro se dieron cuenta que desde ahora en adelante todo lo deberán afrontar con sus propios bolsillos.
Si bien es cierto que algunos de ellos en estos 16 años de gobierno de Camilo Etchevarren lograron hacer abultadas diferencias patrimoniales y de dinero, desde ahora y sin aquellos beneficios y un ingreso mensual de dinero asegurado, deberá rescatar desde sus entrañas dormidas de trabajo, el esfuerzo para mantener lo adquirido o logrado tan fácilmente en ese período en que solo fueron funcionarios municipales, quizás sin capacidad o experiencia para el cargo que ocupaban y que desde el llano les serán difícil o imposible revalidar.
La altanería que a muchos caracterizó como miembros de una casta política llegó por decisión de los dolorenses a su fin, quizás nunca mejor aplicado el refrán “a cada chancho le llega su San Martín” para definir el fin de una era de inexplicables prerrogativas, solo justificadas por ser parte de un sector político en el poder.
Muchachos: por si no han reaccionado aún, el único camino posible es el esfuerzo propio: ¡a trabajar!.
