Al cumplirse este año cuatro décadas ininterrumpidas de Democracia en nuestro país, desde la asunción en 1983 del Dr. Raúl Alfonsín, desde el ISFDyT Nº 26 se organizó un Conversatorio para reflexionar sobre experiencias y vivencias en el marco de este aniversario. Los invitados fueron Susana Iturralde (y ex rectora del Colegio Nacional de Dolores), Julio César Alfonsín (Concejal de Chascomús, Delegado Municipal representando a Lezama, diputado de la provincia de Buenos Aires y autor del Proyecto de Ley “Creación del partido de Lezama” entre otras obras), y Pedro Sabalette (Concejal en Dolores en 1983, periodista, Director de Diario “Compromiso” y egresado de la primera promoción de periodistas del Instituto 26).
Las exposiciones de los tres invitados, contando sus experiencias, fueron valiosas y elocuentes. Ilustraron la oscuridad del período de dictadura y también las vicisitudes de avanzar y consolidar una democracia todavía frágil en 1983.
Transcribimos algunos fragmentos del discurso de cada uno de los expositores.
Pedro Sabalette: “Después de la victoria electoral en Dolores, después de los festejos, comenzó lo difícil, a nivel nacional y en cada uno de los distritos. El gobierno de facto cuando llegó, lo hizo pensando que iba a seguir muchos años más. En Dolores no existía el Concejo Deliberante desde marzo de 1976. El Escribano Duillo Macchi confió en mí para que sea el encargado de la transición, de realizar las gestiones, porque no mantenía una relación amable con el Comisionado del gobierno militar de entonces, que llevaba su mismo apellido. La asunción del Ejecutivo fue sin mayores problemas, pero no así en el Concejo Deliberante.
Cuando fuimos a tomar posesión antes de asumir, abrimos la puerta y encontramos prácticamente nada. No había una máquina de escribir, ni sillas, y las bancas estaban rotas y amontonadas en el recinto. Tardamos más de un mes para hacerlas reparar. No había personal y el HCD no tenía dinero, tuvimos que andar pidiendo al Ejecutivo que nos facilitara una ordenanza para poder limpiar. Nosotros los Concejales agarramos también la escoba, no fue ninguna vergüenza, pero tuvimos que limpiar porque no teníamos otra forma de hacerlo. Y destaco el espíritu de quienes asumieron en diciembre de 1983, algo que en cierta manera se perdió: como no teníamos presupuesto, el Ministerio de Gobierno de la Provincia nos mandó dinero para diciembre y enero, para que cobráramos nuestra dieta, la retribución como concejales. Nos pusimos de acuerdo y con ese dinero compramos las máquinas de escribir, las sillas y elementos que necesitaba el Concejo para funcionar.
Fueron momentos muy difíciles, aprendimos todos juntos, que debíamos trabajar en pos de la gente. Los proyectos no son de un Concejal sino de la gente. Nos apoyamos, tuvimos memorables debates. Para el primer Presupuesto y la primera Ordenanza Impositiva estuvimos 12 horas debatiendo. Cuando el Plan Austral, estuvimos trabajando un fin de semana completo, saliendo del HCD solamente para dormir, para adecuar el Presupuesto, que estuvo listo ese lunes. Y era un trabajo de los Concejales de todos los partidos”.
Susana Iturralde: “(…) Y llegó el Interventor al Colegio Nacional de Dolores. Y fue la desilusión más grande, porque yo siempre dije que si él hubiera venido a poner orden, a mejorar ese amado Colegio, si hubiera actuado con espíritu docente, no me hubiera dolido tanto la intervención. Pero vino a tomar medidas irracionales, como colocar en el Patio de las Amétricas el escudo de España porque para él todavía dependíamos de España. Fue realmente doloroso. Verlo a un ordenanza histórico del Colegio, Víctor Barroso, arrodillado en el patio pasándole cera al centro del patio porque el Interventor quería que estuviera encerado para el acto de graduación. Como si fuera un castigo de Dios, ese día llovió y no pudieron utilizar el patio.
Otro gesto del Interventor fue querer cambiarle el nombre de Aristóbulo del Valle al Colegio Nacional, y mandar a sacar de la cartelera un dibujo de la profesora de Plástica Belda Brandt, porque tenía las cadenas rotas el Día de la Independencia, y él decía que nosotros no habíamos todavía cortado las cadenas con España. Vino a eso, a imponer ideas retrógradas. Incluso no hubo asesoramiento en esos tres años que tuvimos de intervención.
Ya pasó y fue superado. Volvimos los docentes castigados a recuperar los cargos que nos habían quitado. En mi caso de Rectora, cargo que me correspondía por orden de puntaje y que pude asumir con el regreso de la Democracia. Y la presencia de aquel Interventor quedó totalmente borrada porque a la par de tomar la directiva del Colegio volvió la Democracia, y la palabra “democratización” fue como una especie de señal que teníamos todos los docentes para recuperar la libertad dentro de los colegios. Tengo agradecimientos a determinadas personas y a mi devoción por el teatro, porque justamente la actividad teatral fue la que me recuperó y me permitió permanecer de pié y no derrumbarme. Durante la intervención. El actor Roberto Palandri me convocó para hacer un personaje de gallina en “Saltimbanquis”, en el Teatro Liceo de Buenos Aires. Eso me llenó de vida y me permitió asumir todo aquel dolor. Durante los años que duró la intervención no recuerdo absolutamente nada, siento que viví en una neblina. Salvo estos hechos que mencioné no recuerdo otra cosa”.
Julio César Alfonsín: “Cuando caía la República venía la noche. Se confiscaban los derechos, existían este tipo de intervenciones que contaba Susana. Era época de oscurantismo, de seguimientos, de persecuciones. En 1976 se produce el más trágico de todos los golpes militares. (…) Yo tenía 16 años y vivía en Lezama, en esos momentos un pueblo de 4 mil habitantes, en pleno campo, ¿qué podíamos saber?, íbamos y veníamos a la escuela. Y un día verde por todos lados, pintado de verde el pueblo, llegaban camiones militares, por la televisión se anunciaba que había sido derrocado el gobierno constitucional y había una Junta Militar. Cadena Nacional de marchas militares. No entendíamos absolutamente nada. Mi padre se agarraba la cabeza, decía “otra vez, de nuevo para atrás”.En la escuela no se hablaba nada, porque bajaban línea de que de eso no se podía hablar. Las materias vinculadas a la cuestión social, como el Estudio de la Realidad Social Argentina, se eliminaron, no se nos hablaba de la realidad sino de la anatomía, la biología, las matemáticas. Las cuestiones de la realidad completa desaparecieron del mapa. A las autoridades las elegían a dedo, juntándose en círculos o sedes de instituciones, y de ahí aparecían personas del pueblo “el comisionado de Chascomús va a ser fulano de tal, o el delegado de Lezama va a ser tal”, por supuesto todos con vínculos con la Junta.
En ese tiempo me tocó ir a la universidad, llegué a Buenos Aires, a la UBA y me dijeron que no se podía entrar, no había como ahora ingreso irrestricto. Me fui a una universidad privada, la del Salvador, y pude recibirme de abogado, con profesores que habían echado del Estado a todos los que tenían una visión democrática, y se habían ido al privado, así que tuvimos un buen cuerpo de profesores.
Se refirió también a la vida y la lucha del Dr. Raúl Alfonsín por la democracia, y su incansable pelea como abogado tratando todo el tiempo de ayudar a recuperar detenidos / desaparecidos durante esta última dictadura. Destacó también que al regreso de la democracia, hubo dos opciones mayoritarias, una representada por Ítalo Luder y el peronismo de entonces, que no deseaba juzgar a los militares que habían abandonado el gobierno, y otra que encarnaba el Dr. Alfonsín, que avanzó con el Juicio a las Juntas, poniendo la piedra basal que hizo que la democracia se consolidara y gozara de buena salud hasta nuestros días.