Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano
La responsabilidad, como la palabra lo indica, es responder a las consecuencias de un acto u omisión.
Es responsable para la ley una persona que obra con voluntad, libertad y en uso pleno de sus facultades mentales.
Requiere tener conciencia de lo que quiere hacer o no y con qué intención y prever o representar a través de ella los efectos que tal comportamiento puede ocasionar, tanto en la propia persona o en terceros, como también contemplar riesgos y peligros a correr.
La responsabilidad se determina por las consecuencias tanto directas como indirectas, y aún por las no queridas, cuando siendo dañosas y perjudiciales para la ley debieron ser previstas o representadas y en casos evitadas. Ejemplos la negligencia y el dolo eventual en los accidentes de tránsito.
Distinto de la imprudencia que es por acción más allá de los límites permitidos, casos típicos el exceso de velocidad y el incumplimiento de las señales de tránsito.
La responsabilidad es personal en las condiciones antes mencionadas, pero para la ley es tan fundamental que ella sea asumida siempre y en todos los casos, que la transfiere respecto a actos de disminuíos o enajenados mentales y de menores de edad a sus representantes legales (curadores, padres o tutores).
La responsabilidad procura evitar la impunidad de un acto o hecho ilícito y garantiza al perjudicado la indemnidad del daño sufrido condenando a quien lo cometió a pagarle un resarcimiento.
Lamentablemente en la Argentina suceden a menudo casos donde quedan impunes delitos, en especial de secuestros de personas para trata, porque la justicia no llega a encontrar a sus autores responsables.
En tales investigaciones falla la responsabilidad de magistrados y funcionarios judiciales por error o demoras en las medidas que toman.
El tema ya no es de la ley, que dicho sea de paso muchas veces no se cumple, sino de personas, y también de la sociedad donde la responsabilidad brilla por su ausencia.
En el trato cotidiano abundan los irresponsables por olvidos, desidias, impuntualidades, transgresiones e incumplimientos inexcusables.
A ser responsable se aprende como todo lo que uno incorpora a su personalidad por formación y educación, especialmente a través del modelo que se toma como ejemplo desde niño (padres, abuelos, tutores, maestros, profesores).
En la sociedad argentina la responsabilidad se encuentra en crisis, y hasta ha perdido seriedad.
El dejar hacer que todo vale, es una manera de inducir a no ser responsable, por quienes mal entienden el ejercicio de la libertad.
Otra expresión común que hoy es frecuente decir ¡sé que está mal, pero lo hago igual, total no pasa nada!
El ejemplo más común pasar un semáforo en rojo, entrar en un lugar donde está prohibido el acceso, etc.
Hay adultos irresponsables que arriesgan la vida e integridad física de niños llevándolos en motos, sin casco y sabiendo que en estos vehículos el paragolpes es la cabeza de quienes van en él sin dicho protector. Todo ello a pesar de las ordenanzas municipales que prescriben lo contrario. En estos casos la falta de responsabilidad es suicida.
Se dice que una persona irresponsable es inconsciente, como si actuara no teniendo conciencia, cuando en verdad la tiene y no la usa bien sino mal, por culpa de no pensar ni prever riesgos y peligro que pueden suceder.
Ello se llama negligencia, desidia, no inmadurez, ignorancia, ni tampoco inconsciencia aun cuando esté alcoholizada, que lejos de ser un atenuante es un agravante.
Otra característica de falta de responsabilidad en términos de seriedad y cumplimiento en los argentinos es la impuntualidad en los horarios de citas, reuniones, actos, espectáculos.
Es tan así, que, en lugar de corregirlo, se ha inventado un dicho que expresa ¡para eso están las excusas y las disculpas!
“El lo atamos o lo arreglamos con alambre” es una constante y una costumbre arraigada en los argentinos en materia de hacer todo de momento provisorio y chapuceramente.
La falta de responsabilidad de los argentinos no sólo deriva de la imprudencia y la negligencia, sino lo que es peor de la deshonestidad e insinceridad. Pudiendo agregar también esta reflexión:” de responsabilidad se carece en las sociedades donde los que aplican la ley y quienes la tienen que obedecer han perdido el sentido del deber y de la culpa cuando no lo asumen ni cumplen”.