Esta famosa frase es erróneamente atribuida a Perón.
Fui testigo de los acontecimientos en que este pensamiento se acuñó. Lo leí en medios escritos de la época, la oí por radio y lo ví por televisión, dicha por la propia boca de quién la pronunció.
Fue el domingo 19 de noviembre de 1972 (hace 50 años) en la puerta de la casa que le fue regalada por el Partido Justicialista al General Perón, a su regreso de España, sita en la calle Gaspar Campos n° 1065 de Vicente López. A sólo 1700 metros de la Residencia Presidencial de Olivos.
Luego de la muerte de Perón, Isabel, su heredera legal la cedió a Erminda y Blanca (hermanas de Eva) quienes la vendieron al Partido Justicialista de la Provincia de Buenos Aires.
La casa de tres pisos fue mandada a construir en 1936 por Alfonso Van Der Becke, un médico asesinado por uno de sus pacientes. Dicen que este médico era hermano del general Carlos Maximiliano von der Becke, el mismo que integró el tribunal de honor en 1955 que degradó a Perón. Al ex presidente le divertía que le contasen esa historia.
En el frontispicio se reproduce el escudo familiar y un apotegma en latín “Nec Temere Nec Timide. Su origen es atribuido a Aristóteles quien señala que el hombre virtuoso no es temerario ni tímido.

A dos días de su regreso, Perón acordó una reunión con Balbín en Gaspar Campos.
El teniente coronel Gaspar Campos, a los 37 años, en julio de 1868 fue tomado prisionero en la guerra de la Triple Alianza. Dos meses privado de su libertad y maltratado por los paraguayos falleció en el Campamento de Lomas de Valentinas. Su nombre quedó inmortalizado en nuestro país, entre ellos en la calle de Vicente López.
El día 19 Balbín junto con Enrique Vanoli incorporaron a Cámpora a la comitiva, ya que su auto tenía el techo hundido por una aglomeración que quería ver de cerca a Perón en la residencia.
En el camino se anoticiaron que una multitud aclamaba al frente de la casa. Por lo que decidieron ingresar por la vivienda situada en Madero 1665 (justo lindera en la parte de atrás de la residencia) que alquilaba José López Rega. La Misma tenía una puerta que fue abierta para que la pequeña comitiva pudiera ingresar cómodamente. Balbín nunca saltó ningún cerco. Fue una testigo involuntaria la periodista Mónica Cahen D´Anvers.
En oportunidad del histórico encuentro entre el General Perón y el doctor Ricardo Balbín en la que ambos líderes, despojados de todo revanchismo se dieron un ejemplificador abrazo, “El abrazo de la Unidad Nacional”. Al retirarse Balbín declaró: –El que gana gobierna y el que pierde acompaña- Poniendo así en marcha un proyecto de unidad nacional.
Considero muy importante recordar este histórico hecho y la frase, pero entiendo que es un pensamiento que debería adecuarse a estos tiempos. Esta frase binaria, hoy podría ser: -el que gana gobierna y el que pierde; también gobierna-.
Considerando la Alemania de la Canciller Angela Merkel. Ella ganó con el 44% de los votos, pero llegó a poseer el 92% del consenso.
En definitiva y como lo manda nuestra Constitución Nacional (art.22). El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes. Y entre ellos debe haber viejos, jóvenes y políticos. Hombres y mujeres que no pertenecen a la política; sean jóvenes o viejos, pero todos ellos idóneos.
Cabe recordar un pensamiento del general Perón siempre vigente en nuestro País: -Esto lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie.
Luis Augusto Raffo