Por los años 20 y ubicados donde terminaba el empedrado y comenzaban las calles de tierra, se hallaban dos prostíbulos muy famosos. Nos referimos a «Las Camelias», en Esteban Facio y Pillado, y «Las Rosas» frente al anterior.
En ellos proliferaban desde la más modesta prostituta, hasta la más cara francesa. Los antros casi siempre eran comandados por madamas, en la mayoría de los casos de apellidos húngaros o polacos, como para no dejar dudas que los citados lupanares (prostíbulos) tuvieron intima conexión con la organización de tratantes de blancas M-Zywald, dirigida por judíos/polacos, que en la centuria pasada reclutaba mujeres del otro lado del planeta para ejercer «la profesión más antigua del mundo» por estos lados.
Estos lugares en los años mencionados, ya no se denominaban “casas de trato o tolerancia”, pasaron directamente a llamarse prostíbulos.
En abril del año 1919 el teléfono de la comisaría local sonó exactamente a las 11 y 30 de la noche avisando que en los prostíbulos ocurría un gran desorden, y que los agentes allí de servicio eran desobedecidos y atacados. Al llegar los refuerzos constataron que un grupo numeroso de personas proferían gritos e insultos contra las fuerzas de seguridad. Sin embargo y pese a ello fueron detenidos los siguientes ciudadanos: Daniel Martínez; Rogelio Medina; Juan Clemente; Juan Carlos Squisito; Inocencio Atademi; Nicol s Sierra; Zoilo Vega y Luis May, entre otros tantos.
Preguntado los agentes, estos informaron que un sujeto de apellido Pereyra había entregado al mozo y éste a la dueña del prostíbulo Ana Schinger, un billete de diez pesos para que se cobrara uno de consumición por una cerveza, pero que antes que la mujer realizara la operación, Ruperto, -que así se llamaba Pereyra- le sacó el dinero, huyendo raudamente, y que cruzando la calle había penetrado al otro burdel, seguido de atrás por la madama nombrada.
Que percatado de tal situación el agente Martín San Nicolás había detenido a Pereyra, haciéndolo regresar para que aclarase tal situación. Que en el lugar se había negado, raíz de lo cual Schinger apeló a los presentes testigos del hecho, aunque estos hicieron causa común con Pereyra y negaron lo ocurrido.
Que por ello San Nicolás resolvió conducir detenido hasta la Comisaria al consumidor olvidadizo, pero que luego de haber recorrido tres cuadras regresaron porque Pereyra había resuelto devolver el dinero. Que en tales circunstancias uno de los asistentes reaccionó por la severidad puesta de manifiesto por los uniformados, debiendo estos sacarlo por la fuerza hacia la calle para evitar accidentes.
El sujeto se reunió con otros contertulios amigos, dirigiéndose a un boliche situado en la esquina, propiedad de Luis Torcelli y José Boigues, de donde salieron con armas. En esas circunstancias un sujeto no identificado se parapetó detrás de la pared esquinera, comenzando a realizar disparos contra los agentes, razón por la cual San Nicolás desnudó su revolver haciendo un disparo por elevación, logrando que los sujetos huyeran en distintas direcciones.
La cantidad de tiros disparados tampoco fue posible determinar. Algunos decían tres, otros cinco y algunos creían haber oído hasta doce.
Como resulta de lo narrado Daniel Martínez, alias «Salta afuera», presentó una herida de bala en el pie derecho a la altura del tobillo, remitiéndoselo al Hospital San Roque, previo examen practicado por el doctor Anaya. A los ciudadanos no se les encontraron armas consigo al tiempo de ser arrestados.
En el boliche de Torcelli se encontraron envueltos debajo del mostrador tres cuchillos, dados a guardar por sujetos que desconocían los propietarios.
El día 4 de abril se le informaba por nota al comisario don Antonio Herrero que en horas de la mañana se habría producido la fuga del sujeto Juan Clemente, uno de los autores de los disturbios acaecidos en los burdeles del barrio norte, estando a disposición del Juez de Crimen Dr. Santiago Medina. Por los rastros dejados en una pared se creía que el mismo habría escapado por los fondos que comunicaban con la Intendencia, procurándose por todos los medios lograr la captura del prófugo.
Cinco días más tarde, el 9 de abril, eran remitidos por la Policía a la cárcel local los detenidos, puestos a disposición del Juez de Crimen en carácter de comunicados.
Al día siguiente el juez consideraba que al no haber suficientes elementos de prueba que permitieran establecer la responsabilidad de los inculpados, procedió a sobreseerlos provisoriamente a todos y los puso en libertad.
A los pocos días se procedía a detener al prófugo Juan Clemente, el que se había fugado de la Comisaria, pero fue dejado en libertad por el beneficio otorgado al igual que sus compañeros.
Cuando los agentes del orden lo apresaron, se dijo que estaba lo más campante tomando una copa en compañía de una chica…. en «Las Rosas».
La causa a la que hacemos mención lleva el número 6918, legajo 136 de año 1919, y tramitó en el Juzgado en lo Criminal del Departamento del Sud, con asiento en nuestra ciudad.
Fuente: Archivo Tribunales