Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano.
No ladra un perro cuando ve a una persona que conoce y lo hace con respecto a aquellas que desconoce o cuando advierte la presencia de otro perro, generalmente cuando también ladra. De allí que el perro domesticado es un buen guardián de la casa porque con sus ladridos anuncia que se acercan a ella personas extrañas o que puede desconocerlas después de un tiempo de no verlas.
No hay que acercarse a un perro que desconocemos con miedo, porque puede mordernos. Al contrario, no hay que demostrarle temor y buscar con caricias hacer amistad con él, más si se halla suelto. No así con un perro que está atado, porque en este caso tal acercamiento es peligroso, ya que por el hecho de estar atado su actitud es distinta. Si un perro nos lame en cualquier parte de nuestro cuerpo es señal de haber conquistado su amistad.
Se dice que “perro que ladra mucho no muerde”. Por las dudas no confiarse demasiado en lo que afirma este dicho popular.
Hay perros que por pequeños se los subestiman, pero pueden ser garroneros y traicioneros.
Nunca molestar a un perro cuando está comiendo ni tampoco cuando se encuentra durmiendo, porque a nadie de nosotros nos gusta que nos hagan eso y al perro tampoco. De allí que puede reaccionar agresivamente.
A los perros vagabundos no sólo castrarlos para que no tengan cría, sino también darles de comer cuando están muy flacos. Se lo puede hacer en la calle o plazas donde ellos habitan sin necesidad de que ingresen en nuestras casas, si no tenemos deseos de adoptarlos.
Un indicio de pobreza o indigencia es que en una vivienda haya perros muy flacos.
Sin duda, que el perro es el mejor amigo del hombre. Lo ha demostrado en innumerables casos al haberle salvado la vida a sus amos y a otras personas, en situaciones de extremo peligro. También al contribuir por su agudo olfato en la búsqueda de personas desaparecidas o que yacen muertas o asesinadas en lugares de tupida y espesa vegetación, donde para el hombre es muy difícil penetrar.
Se dice además que al perro sólo le falta hablar, aunque lo hace con demostraciones de manifiesta alegría, dolor, sintiendo y sufriendo al percibir lo que pasa en un reencuentro, enfermedad, fallecimiento, e incluso siendo la única compañía para su amo cuando vive en soledad o en una situación de desamparo. Además, hace duelo por vario tiempo, llorando y negándose a comer tras la muerte de sus dueños o de algún integrante de la familia con la cual convive, en el mismo sito donde se encontraban internados, fallecieron, fueron velados o sepultados.
Ese mismo sentimiento de dolor y sufrimiento lo experimenta cuando lo maltratan, lo echan de la casa donde vivía, o abandonan en un lugar alejado y desconocido para que se desoriente y no regrese.
Quienes hacen esto tienen raciocinio para pensar cosas malas y un alma desamorada que no siente nada.