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Caso Báez Sosa: qué pasa con los condenados

Federico Sabalette
Federico Sabalette
3 Minutos de lectura

Se cumplió un mes de la sentencia del juicio por el crimen de Fernando Báez Sosa que condenó a cinco de los ocho jóvenes zarateños a la pena de prisión perpetua. Desde allí, la vida cambió para los implicados: protagonizaron diferentes peleas en el penal y presentaron un preocupante estado de salud mental.

Al momento, los jóvenes todavía se alojan en la Alcaidía de Melchor Romero. Mientras, esperan saber cuál será su destino definitivo.

Sin embargo, luego de conocerse el fallo final del Tribunal de Dolores, la relación entre ellos pende de un hilo, ya que las peleas se transformaron en algo habitual.

En dos ocasiones, el grupo se enfrentó a Máximo Thomsen, quien fue considerado «el líder» del grupo homicida y el que «más golpeó» a la víctima. «Hubo una pelea. Se empezaron a putear y se fueron a las manos. La ligó Thomsen y uno le gritó que los hundió a todos», aseguraron.

Uno de los principales motivos del enojo fue el accionar del abogado, Hugo Tomei. Según los implicados, el letrado acordó con la padres de Thomsen para favorecerlo durante el juicio, lo que significó que los demás acusados reciban «una pena mayor».

Debido a estos reiterados cruces, la justicia definió que serán separados. El primero en irse sería Matías Benicelli, quien cumplirá su condena perpetua en el penal de Campana.

Por otra parte los condenados presentarían un alarmante estado psicológico y de salud mental, que preocupó al Servicio Penitenciario ante la posibilidad de «autolesiones».

Fuentes penitenciarias revelaron a NA que «los ocho están con una medida de resguardo de integridad física por miedo a que se lastimen ellos mismos por la depresión que padecen», al tiempo que indicaron que «hay temor de que puedan suicidarse».

En esta línea, se dio a conocer la carta que escribió Thomsen desde el penal, en la que aclaraba que «siente claustrofobia» y en la que expresó que quería que «lo disculpen» por los ruidos que ocasiona al dar patadas a las paredes y puertas.

Thomsen es uno de los que presentó mayores síntomas de depresión y ataques de ira. Recién logró calmarse cuando fue visitado por un pastor, quien le entregó una Biblia como material de lectura.

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