Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano
En realidad debí haberle puesto de título las guerras, porque responden a distintas motivaciones y características. Pero el fin de esta nota no es analizarlas en detalles que me resulta imposible por mi escaso conocimiento sobre lo bélico y militar, sino el por qué suceden y se llega a ellas.
La guerra no es una determinación exclusiva del ser humano, sino que también está presente en los animales cuando se disputan espacios territoriales que dos o más grupos antagónicos procuran ocupar. Lo que llevaría a pensar, que por razonamiento o por instinto constituye una actitud por el predominio, donde se da el principio natural de que el más fuerte se impone ante el débil, y que el poder siempre es del primero.
Analizado desde ese enfoque parecería ser inevitable, porque estaría ínsita en la supervivencia, que no es otra cosa que poseer el dominio de sí mismo como del espacio que se ocupa o se pretende conquistar.
Uno de los animales que más se multiplican y abundan en el mundo son los ratones. Cuando se encuentran en peligro de ser atacados con amenaza de muerte, son los viejos quienes se colocan adelante en sus cuevas para preservar la vida de sus crías y de los más jóvenes.
En el humano ocurre lo contrario, porque son los jóvenes quienes van a la guerra.
Pero salvo éste y algún otro detalle diferente, en todos los casos en la guerra está en juego el poder, como sinónimo de supremacía, predominio, imperio.
La ambición es el móvil de quien la provoca y la preservación del que es víctima de la agresión y se defiende.
En el mundo ha habido millares de guerras a lo largo de la historia, y en el momento que escribo esta nota, según internet existen 64 activas.
Se condena a las guerras por su crueldad e injusticia, pero también se las justifica, por ejemplo, al decir “la guerra es la continuación de la política por otros medios” o “quien “quiere la paz se debe armar para la guerra”, etc.
También se lo hace ideológicamente cuando se tiene simpatía política por algún país beligerante, como además religiosamente en el caso de las llamadas “guerras santas”.
Mientras prolifera la hambruna en el mundo, sorprende y hasta da vergüenza como ser humano informarse de que las grandes potencias invierten sumas multimillonarias en armamentos, investigaciones y experimentos bélicos, poniendo en constante amenaza a la humanidad.
El mundo se ha convertido en un polvorín de armas nucleares sofisticadas que puede llegar a poner fin a la vida en este planeta.
No siempre el poderío del que aparenta ser más fuerte se ha impuesto en algunas guerras donde la equivalencia de fuerzas no tuvo lugar, saliendo después de una prolongada contienda vencedor el más débil.
El ejemplo emblemático fue la guerra de Vietnam, aunque hoy también la resistencia de Ucrania frente a la invasión militar de Rusia, lo está demostrando, aunque con resultado imprevisible.
No fueron suficientes las sangrientas Primera y Segunda Guerras Mundiales, ni el poder de exterminio de las dos bombas atómicas lanzadas en la Segunda, para que cesaran las ambiciones bélicas expansionistas de las grandes potencias, que persistieron durante la llamada “guerra fría”, y hoy por su escalada que amenaza con una tercera guerra mundial.
El riesgo de que Estados Unidos pierda su hegemonía ante el crecimiento económico y militar de China, instala en la actualidad una nueva versión de la guerra fría más temible que la anterior.
En toda guerra han primado los intereses políticos y económicos a cualquier otro tipo de diferencias (étnicas, culturales, sociales). No obstante ello, la guerra económica y comercial ha pasado a ser de amenaza militar y armamentista por cuestiones geopolíticas (por ejemplo: Rusia y la OTAN respecto a Ucrania; China y Estados Unidos con relación a Taiwán, etc.).
Mi reflexión: “Las ambiciones de poder y de conquista trajeron las guerras, y el dinero su escalada desmedida, donde sus víctimas son millones de inocentes que pierden sus vidas, sufren mutilaciones, hambrunas, pestes y habitan sobre ruinas.
Se la condena discursivamente, pero se hace lo opuesto, pues la guerra es hoy el mayor entretenimiento que tienen los niños en los videos juegos.
Como excepción de lo que digo justifico, las que se libran contra el narcotráfico y el terrorismo”.