Ad imageAd image

«El colectivo de Tarico»

Federico Sabalette
Federico Sabalette
8 Minutos de lectura

El Barrio Norte es conocido en la comunidad a través de su Estación de Ferrocarril, que desde 1874 se encuentra aposentada en dicho paraje. Sin duda fue innegable el predicamento que dicho medio de locomoción produjo en la barriada, formándose en torno a ella un núcleo comercial de gran predicamento, a través de radicación de numerosas fondas, almacenes de ramos generales y hoteles. Familias como los Spinetto, Scaramuzzino, Pierini, Rabbione, Tarico fueron parte indivisa de los mismos.

Dentro de las distintas variantes comerciales que ofrecía el sector estaba una empresa de transportes de pasajeros, la del vecino Alberto Amadeo Tarico, el cual poseía su punto de partida y fin de recorrido en el domicilio de calle Ingeniero Quadri 1533, frente a la estación de trenes y a metros de la sede social del Club Defensa.

En efecto Tarico había adquirido la concesión otorgada al señor Celedonio Presa el 29 de mayo del año 1942 mediante ordenanza Nº 1662. La misma sancionada por el HCD constaba de siete artículos y expresaba que se concedía al nombrado la exclusividad de un servicio de ómnibus destinado al transporte de pasajeros con los siguientes puntos terminales. Desde la Plaza Castelli hasta el Colegio Nacional, estación del Ferrocarril, estación de ómnibus «El Cóndor», feria o Sociedad Rural, mataderos, Cementerio, Hospital San Roque, nueva Escuela de Artes y Oficios, Cárcel departamental, Escuela de Fruticultura, Estadio Municipal y Parque Evocativo.

Señalaba que el precio de pasaje por viaje directo sería de treinta centavos, pudiendo extenderse boletos para pasajes de ida y vuelta, combinaciones y abonos mensuales, a precios que serían establecidos entre el concesionario y el Poder Ejecutivo.

Se establecía además, que debía transportar gratuitamente, pero sin derecho de hacer uso de asientos, a agentes de policía, guardia, clases del Ejercito y Marina. No pagaban pasajes los menores de tres años de edad.

La citada concesión fue otorgada al nombrado Celedonio Presa con carácter de exclusividad y por el término de cuatro años, a contar del día en que se promulgara la ordenanza, la cual estaba refrendada por Humberto Cialé, Blancuzzi y A. Luisoni.

Noventa días después se procedía a reglamentarla a través de 17 artículos, uno de los cuales mencionaba que » un coche que debiera interrumpir sus servicios por más de siete minutos en el transcurso de un viaje por accidentes, desperfectos, etc., y si el pasajero no quisiera esperar el tiempo que demandare el arreglo tendrá derecho a la devolución del pasaje «.

El titular de la concesión solamente cumplió los servicios por espacio de dos años, transfiriendo la concesión al vecino Alberto Amadeo Tarico, domiciliado en la ciudad.

El servicio implementado por Tarico comprendía la circulación de tres coches marca Chevrolet, modelo 1931. Uno de ellos de menor porte era manejado por él mismo, cumpliendo trayecto en el barrio; en tanto que el de mayor volumen y capacidad era conducido habitualmente por «Tatita» Pedernera. Además, cumplían idéntico trabajo el «Tero» Puig; Vega y otra persona de apellido Alonso. El boletero era Víctor Rolando González, conocido por todos como «El Gringo», llegando a trabajar junto a Tarico por espacio de 14 años.

“Se trabajaba mucho porque no había tantos coches como hay ahora», rememoraba el boletero, cargado de nostalgia y emoción. «Hay que ver la gente del barrio (norte) que concurría al cine, frente a la plaza. Nosotros, los empleados del colectivo, no pagábamos la entrada, puesto que éramos los encargados de depositar en la sala las vistas o cintas (léase películas) que les enviaban las distribuidoras de Buenos Aires a través del ferrocarril».

Los martes y viernes, eran día de moda en el cine Gloria. Una gran concurrencia provenía de la zona norte de la ciudad, trasladados por el colectivo de Tarico. Tenía parada en la ya desaparecida librería Maidana de Belgrano y Castelli, siempre apuntando la trompa del Chevrolet hacia el barrio. El sentido de circulación, recordemos por aquellos años, era distinto al actual. La calle Bartolomé Mitre era transitada de sur a norte.

Se fijaba como lugar para subir y bajar pasajeros en la estación del Ferrocarril el espacio existente entre la primera tranquera y la calle que conduce al Tiro Federal Argentino.

La concesión abonaba una patente anual de $ 500,00 m/n., realizando viajes especiales a locales ubicados dentro del partido y donde se efectuaban bailes, como Sevigné y Salomón.

Había días para cumplir el recorrido hasta el cementerio, los lunes, miércoles y viernes, amén del día de los difuntos. El recorrido comenzaba desde la Plaza Castelli a partir de las 15 y hasta el horario de cierre del mismo. El boleto costaba 10 centavos.

El mantenimiento mecánico de las unidades estaba a cargo de Gregorio Morello. «Se rompían seguido puesto que eran coches viejos y tenían mucho desgaste por su uso», apunta González, que además de boletero efectuaba tareas de limpieza y mantenimiento en el depósito que la empresa poseía sobre calle Ingeniero Quadri. «Recuerdo que una vez nos subimos a la vereda en la calle Mitre y Alem, porque se había quedado sin dirección…   menos mal que no pasó nada…!!!» decía.

La competencia con los taxis era pequeña, la gente se movilizaba más en colectivo. Por citar algunos digamos que efectuaban las veces de taxistas nombres como los hermanos Ramos, Soragne, Mármol, Prudente, Vincenti, Agustín Alvarez, entre otros.

Otra gran demanda de pasajeros estaba dada en los horarios de llegada de trenes, que por aquellos años tenían más frecuencias que en la actualidad; sin olvidar los fabulosos bailes que se efectuaban en el Club Defensa.

Dentro de la reglamentación para el uso y funcionamiento de la empresa se proveía el depósito en la sucursal local del Banco Provincia de la suma de cien pesos moneda nacional, para responder a las multas que el D.E. instruyese por violación a ordenanzas o disposiciones.

Como dato anecdótico refería el Gringo González, que el «colectivo de Tarico» había sido adquirido por un club de Castelli, llevando durante algunas temporadas para el traslado de jugadores de fútbol hacia nuestra ciudad.

Finalmente, la concesión precaria otorgada en favor de don Alberto Tarico cesó el 3 de octubre del año 1958, fecha desde la cual mediante el Decreto número 74 refrendado por el intendente Municipal Lisandro Chiavaro, se autorizó a los señores Alberto Blasco, Manuel Lauría y Juan Pino a formar la compañía de transportes urbano para transporte de pasajeros denominada «La Dolorense».

Share This Article
Deja un comentario
error: Si desea compartir esta nota utilice los íconos que aparecen en la página. Muchas Gracias. Copyright © www.compromisodiario.com.ar