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Las Pasiones

Federico Sabalette
Federico Sabalette
4 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

La pasión tiene diferentes significados según sea el objeto de que se trate, de allí que se la denomine en plural como pasiones.

En religión se le dice al sufrimiento padecido por Jesucristo en el Vía Crucis; en Psicología a una manifestación emotiva intensa, por lo general desordenada; en cuanto a lo vocacional a las ganas, esfuerzo y empeño que se pone en alguna actividad, y en lo que hace a los sentimientos, al amor, la devoción, la idolatría.

Generalmente cuando se habla de pasión se hace referencia al entusiasmo, aunque a veces puede ser desenfrenada y perjudicial, como en el caso del fanatismo.

Respecto de ella, transcribo un párrafo del libro “Ser Humanos” de Facundo Manes, página 25, que dice “Las pasiones, como llamaban las emociones los antiguos griegos, son las que nos relacionan con nuestra evolución como especie y, a la vez, nos hacen únicos en el reino animal”.

Lo que significa que el ser humano es por naturaleza pasional, pudiendo ser sus pasiones tanto de afecto y admiración, como de arrebato y perversión.

Se dice que hay personas más apasionadas que otras, tal vez por tener diferentes temperamentos al momento de tomar decisiones y actuar o mayor o menor capacidad emocional para controlarlas.

Las pasiones, así como señalé anteriormente que se las considera como sinónimo de entusiasmo, también se las suele endilgar como conducta desordenada, cuando se tiene en exceso y de manera desmedida.

También dependen en ciertos casos del grado de susceptibilidad que tienen las personas de creer y crearse expectativas.

La pasión puede manifestarse en la sana algarabía de un festejo, como en crímenes pasionales por enfermizos celos. En el aliento a su club o equipo preferido de parte de un hincha en lo deportivo, como en la perversión sexual en la lujuria.

En la devoción por la fe en una peregrinación, como en la violencia del fanatismo. En la idolatría a un ídolo, como en el desenfreno y descontrol en tumultos y desórdenes de manifestantes.

Se dice que el argentino es apasionado. Algunas de sus pasiones son, en deporte el fútbol, a punto tal que un recordado relator lo calificó de “pasión de multitudes”; en música el tango, en gastronomía el asado, el dulce de leche y el helado, y también el escolaso que en lunfardo significa juegos de azar, en especial la quiniela, la lotería, el hipódromo y el casino.

Por ser apasionados somos exitistas, desilusionándonos si no se sale campeones o no se logra el máximo galardón al que se aspira en algún certamen a nivel internacional.

En política, a la pasión en términos de vocación de servicio lo mató la ambición, salvo en el militante que todavía conserva la mística de ser fiel a un partido o ideología.

A punto tal somos apasionados que, sin admitir los fracasos de selecciones de fútbol en los mundiales, se creó el eufemismo de ser “campeones morales”.

La pregunta ¿la pasión de los argentinos es natural o por necesidad de creer y tener esperanzas?. En mi opinión ambas. Porque venimos de raza latina y somos proclives a abrazar causas que generan expectativas a veces desmedidas.

Entre tanas malas una buena. El multitudinario festejo por la obtención del título de Campeón Mundial de fútbol en Qatar, demostró una vez más que los argentinos llevamos la pasión en el alma.

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