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La Estanflación

Federico Sabalette
Federico Sabalette
6 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

El presidente electo Javier Milei ha anunciado una estanflación para el inicio de su gobierno.

La estanflación como dicen los economistas es el peor escenario en que se puede encontrar una economía, porque combina una altísima inflación mucho mayor a la actual con estancamiento y recesión económica, es decir paralización de la actividad productiva , trayendo como consecuencia un   aumento elevado y en cadena de la desocupación, amén de una fuerte caída de la demanda, o sea del consumo, ya que los precios de los productos se disparan ante un poder adquisitivo de los ingresos y salarios sumamente bajos e insuficientes, para satisfacer necesidades básicas, lo que van a proliferar los reclamos de casi todos los sectores sociales no sólo de gremios, sindicatos, movimientos populares, sino también empresariales e industriales y ni hablar de las pymes que van a ser las más afectadas.

La estanflación es una situación no deseada por ningún gobierno.

Sin embargo, el presidente electo la ha anunciado, cosa que resulta además de llamativa temeraria y peligrosa por las perjudiciales consecuencias que ocasiona.

Algunos le llaman “el anticristo de la economía”.

Es una situación a remediar si se presenta, pero razonable y sensatamente nunca puede ser inducida y provocada.

En tal contexto anuncia la paralización de las obras públicas, que es la actividad en nuestro caso que oficia como motor de la economía, por el efecto multiplicador que produce, tanto en el industrial como en el comercial, además de ser el sector que demanda una importante ocupación de mano de obra.

Precisamente, el gobierno saliente, a pesar de la altísima inflación que deja, mantuvo el nivel de actividad económica, entre otros rubros, gracias a la obra pública.

Si se recortan al máximo las importaciones, tal cual se anuncia, para permitir un mayor ingreso y reserva de dólares a través de las exportaciones, la actividad industrial se paralizará por completo por la falta de insumos.

En mi opinión los únicos que saldrán beneficiados serán los productores agropecuarios, retornándose así al esquema agroexportador de fines del siglo XIX y principios del XX que Milei tantas veces elogia y pone como modelo a seguir, lo que constituye el peor de los retrocesos ante un mundo altamente industrializado y en plena era tecnológica y del conocimiento.

La estanflación es en comparación a un fenómeno de la naturaleza el choque de una masa de aire caliente con otra fría, cuyas consecuencias suelen producir cataclismos que destruyen lo existente, ocasionan pérdidas difíciles de reparar y causan pobreza y más todavía en quienes ya lo eran antes.

La persistencia de esta situación durante 18 meses como lo anuncia el presidente electo es invivible para cualquiera, salvo para aquellos privilegiados de siempre que además de no tocarlos en lo más mínimo, incrementan sus fortunas por lo general con especulativos negocios financieros en contraste al sufrimiento de la mayoría.

El ¡no hay plata! de Milei será el ¡no tengo ni un peso y no puedo comprar nada! de la gente.

Este señor piensa que al bajar los impuestos compensará el faltante, pero frente a una inflación galopante con liberación de precios y de todas las variables, resulta ello imposible, pues la brecha entre precios y salarios va a ser abismal.

Admira los gobiernos de Menem, que, en mi opinión, fueron regresivos, porque privatizó empresas públicas hoy subsidiadas por el Estado para atenuar en el bolsillo de los usuarios el costo de las tarifas, aumentó a índices muy elevados la pobreza y la desocupación, flexibilizó   las relaciones de trabajo quitándole derechos al obrero, creó las AFJP que resultaron estafando a sus afiliados, y la convertibilidad sólo favoreció a un sector de la clase media pudiente y alta que pudo ahorrar en dólares e invertirlos en acrecentar su patrimonio, teniendo tal política las consecuencias por todos conocidas, que fue el estallido social del 2001 con renuncia y acefalía del entonces presidente Fernando De La Rúa.

Por lo que la política a implementar, según hasta ahora lo anunciado por el actual presidente electo, es una vuelta al peor de los pasados.

El país y el pueblo argentino así como no aguantan una estanflación, tampoco soportan un nuevo endeudamiento externo sumado al ya existente que además de ser una condicionante es por su monto impagable.

El industricidio con altísima desocupación ya lo vimos durante la última dictadura militar y las presidencias de Menem y Macri.

De darse será cierta la premonitoria frase de “la historia se repite”.

Respecto a todo lo que expuse, “es la primera vez que en un ruego no digo Amén; pero sí ¡pueda ser que me equivoque!.”

“Por de pronto el cinturón a ajustarse. Lo único que pido a Dios es que no haya muertes por protestas en las calles”.

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