Ad imageAd image

¿Qué es ser democrático?

Federico Sabalette
Federico Sabalette
6 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

Es toda persona partidaria y defensora de la democracia como forma de gobierno y modo de vida social. Tiene características que la distinguen y que paso a enunciar y explicar.

En primer lugar es pacifista, es decir amante de la convivencia en paz, no siendo proclive al uso de la fuerza y la violencia para resolver conflictos.

Por el contrario, cree que a través del diálogo y el debate se logran aclarar e interpretar ideas que antes eran polémicas y controvertidas, también en el disenso para llegar a conclusiones razonables y a acuerdos para dirimir discrepancias, y no pone obstáculos para arribar a un acercamiento con quien piensa distinto para limar asperezas y achicar las diferencias que puedan existir.

Es abierto a receptar y analizar toda inquietud e iniciativa que considera positiva, y hasta adoptarlas si fuere necesario, aunque provenga de alguien que no comparte sus ideas.

Defiende la institucionalidad dentro del marco del estado de derecho, y la política como medio para elaborar e implementar medidas y proyectos en el que están en juego el interés nacional y el bien común de la sociedad.

Denosta toda forma de autoritarismo que implique arbitrariedad, abuso del poder y vulneración de la libertad y los derechos.

La tiranía y dictadura son sus principales enemigas.

Para él la Constitución Nacional es como para el practicante de una religión su libro sagrado. Tiene un profundo sentido crítico, pero siempre constructivo y no destructivo. Cuando lo ejerce es para aportar y no solo para censurar. En este último sentido si lo hace es para reprobar a la crítica por la crítica misma. Lo mismo el oponerse por oponerse.

Ama la libertad, pero, así como detesta a la opresión también manifiesta parecido sentimiento respecto al libertinaje, cuando excede los límites legítimos, altera el orden, agravia la moral o causa perjuicios.

Tiene un sentido estricto de la prohibición, pero no la descarta si es necesaria para evitar transgresiones o excesos que puedan afectar la convivencia y la armonía social.

Se considera con legítimo derecho para participar en política, peticionar a las autoridades, reclamar y exigir justicia, y expresar libremente sus ideas.

Es de los que en política toma partido y no se considera ni declara independiente a ella, pues hace ejercicio de la democracia, y la práctica, asumiendo no sólo el compromiso de defenderla sino de darle vida y fortalecerla.

Se puede ser democrático militando en política, pero también en lo gremial, social, cultural, etc. Aun no siendo militante en ninguno de los ámbitos mencionados, puede serlo quien tiene conciencia de ello y contribuye a su desenvolvimiento y funcionamiento en cualquier actividad con esmero y responsabilidad.

Ser democrático es un nivel de conciencia que se distingue de la indiferencia y la apatía, como también de la ignorancia que lleva al conformismo y la sumisión ante cualquier gobierno ilegítimo o elegido por el voto popular pero autoritario.

La propia Constitución Nacional en el artículo 36 reconoce el derecho de resistencia de todos los ciudadanos respecto a quienes ejecutaren actos de fuerza contra el orden institucional y el sistema democrático.

Ello no solo por ser un derecho admitido por tratados internacionales sobre derechos humanos, sino por los reiterados golpes de estado que tuvieron lugar en este país desde 1930, y que fueron varios hasta la restauración de la democracia en 1983.

Esas interrupciones al sistema democrático ha hecho que a los argentinos en general , dirigencia y sociedad, les cueste hasta ahora, y después de haber transcurrido 40 años de su vigencia, convivir en democracia, pues los resultados al presente han sido más negativos que positivos, aunque es de rescatar como espíritu colectivo el reflotar la memoria cada 24 de Marzo, con movilizaciones y concentraciones multitudinarias en contra de los golpes y el terrorismo de Estado y en defensa de la democracia.

Ello es por demás aleccionador de parte de un pueblo que viene padeciendo cíclicas crisis inflacionarias, económicas y sociales por la ineptitud de los gobiernos que se han sucedido.

Ya ningún argentino cree que por el solo hecho de vivir en democracia se le garantiza trabajo, vivienda, una buena asistencia en su salud y el acceso y derecho a una mejor educación.

Nos hemos adaptado a gozar de libertad, pero no a convivir democráticamente, porque no tenemos inclinación a superar controversias a través del diálogo, no dejamos de lado la obstinación y la soberbia para escuchar y respetar la opinión del otro, y sólo ejercemos nuestra soberanía por medio del voto, pero sin demostrar exigencias de cambio a una dirigencia política que no se ha renovado y que se sigue equivocando. Al mal pasado varias veces lo olvidamos volviendo a incurrir en viejos errores, y somos propensos a creer de modo esperanzado en líderes mesiánicos y en proyectos rayanos a lo mágico.

Lo peor es que estamos naturalizando lo ilegal, inmoral y abusivo (violar la Constitución y las leyes, acostumbrarnos a que exista corrupción, y a la inflación por maniobras especulativas).

En la dirigencia política falta autocrítica, y en la ciudadanía una participación más protagónica y comprometida.

Share This Article
Deja un comentario
error: Si desea compartir esta nota utilice los íconos que aparecen en la página. Muchas Gracias. Copyright © www.compromisodiario.com.ar