La implementación de la boleta única en papel, convertida en Ley -a las apuradas- por el Congreso, tiene efectos mucho más profundos en el sistema político que los que se perciben el día de la elección. En la Provincia de Buenos Aires, la madre de las batallas, esos efectos son tan drásticos y profundos que nadie termina de medirlos y pesarlos con exactitud.
En parte se debe a que no está todo dicho. La nueva ley establece que todos los candidatos se muestran en una sola boleta y que el votante expresa su elección marcando su predilección en cada categoría. Está previsto que se aplique en las elecciones de cargos nacionales, pero si prosperan algunos proyectos presentados en la Legislatura, puede llegar hasta el último rincón del territorio. Y si no cambia ninguna ley provincial, también moverá -y mucho- el avispero.
Vamos por partes: lo que el Congreso sancionó tiene alcance para la elección presidente y vice, diputados y senadores nacionales, convencionales constituyentes, parlamentarios del Mercosur. La vieja sábana se sigue usando, en Buenos Aires -por ahora-, para elegir gobernador, diputados y senadores provinciales, intendentes, concejales y consejeros escolares.
A los legisladores del oficialismo y de la oposición les quedan tres meses de trabajo para impulsar los cambios que les parezcan pertinentes en el ámbito provincial. Desde el 1º de enero de 2025 corre la regla no escrita que plantea que no se pueden efectuar cambios de legislación electoral en años impares ya que significaría un cambio de reglas sobre la marcha del proceso (Infocielo)