Trata del primer caso policial resuelto con la aplicación del estudio de huellas dactilares. El autor destacó a Dolores como lugar clave en la vida de Vucetich, firmó autógrafos y recorrió el Archivo Histórico y el Edificio donde viviera Vucetich.
Alconada Mon resume así la trama de su Novela: “1892, dos chiquitos aparecen degollados en las afueras de Necochea; la madre, degollada, sobrevive y marca al presunto asesino. Lo atrapan y durante cinco días le explicaron que tenía que confesar, pero el hombre resiste. El Comisario local manda una alerta a la Jefatura en La Plata y allí se alinearon los planetas porque estaba Juan Vucetich desarrollando su sistema, amigo hasta el punto del tuteo, de Eduardo Álvarez, primer Comisario de Pesquisas. Traducido al español, el primer detective en el historia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Vucetich le explica cómo funciona el sistema de la dactiloscopia, Álvarez viaja a Necochea, hace lo que tenía que hacer y resuelve el caso”.
El reconocido periodista y escritor Hugo Alconada Mon visitó nuestra ciudad con motivo de la presentación de su última Novela, publicada por Editorial Planeta y primera en ventas en el país.
No se limitó a presentar el Libro y firmar autógrafos, sino que también recorrió el Archivo Municipal y más tarde la casa donde vivió Vucetich hasta su fallecimiento (esq. Alem y Pellegrini), y donde funcionara la Escuela que lleva su nombre.
La presentación de “La Cacería de Hierro” congregó a muchos vecinos que luego de la exposición de Alconada Mon -presentado por la escritora Prof. Gabriela Urrutibehety– pudieron hacerle preguntas. Estuvieron presentes el Intendente Juan Pablo García, el Pte. del HCD Guillermo Ibarra, las autoridades de Cultura Matilde Recondo y Sebastián Cretón, entre otros funcionarios, y la responsable del Archivo Histórico, Agostina Fortini.
Con precisión, anécdotas ilustrativas, datos históricos reveladores y también humor, Alconada Mon fue desgranando las motivaciones y vicisitudes que lo llevaron a escribir esta Novela. Transcribimos a continuación algunos fragmentos de su Exposición:
“Me gusta mucho la Historia, soy acumulador serial. Empecé a juntar libros, apuntes, afiches, y se fue armando una pila interesante. Durante la pandemia empecé a reconstruir y leer sobre ese período histórico que me atrae muchísimo: fines del Siglo XIX, 1880-1900. A medida que iba a leyendo me iba interesando cada vez más. Soy nacido en La Plata y me interesaba comprender más como fue la fundación de la ciudad. Decidieron levantar una ciudad en medio de la nada en las Lomas de la Ensenada, que también tenía bañados, zona inundable. ¿Cómo se les ocurre construir en zona inundable palacios de una manzana cada uno? Una locura combinada además con inmigración, masonería, anarquismo, Generación del 80’… un caldo excepcional”.
“A medida que avanzaba me iba involucrando más. Le pido al Director de Archivo del Diario La Nación, en pleno encierro todavía, si tenía copias digitalizadas del diario de aquellos años. Me mandó un archivo zip con múltiples artículos y páginas del diario escaneadas. Un artículo en particular me pareció llamativo, se titulaba “Graves hechos de sangre”.
“¿Vieron la película “Pandillas de New York” de Martin Scorsese? Bueno, eso mismo pasó en La Plata. Junio de 1886 van a hacer la primera elección a Intendente de la ciudad, e iban a ganar los inmigrantes. Entonces los criollos secuestraron al candidato rival, un médico italiano, los tanos lo recuperan, y después los criollos intentaron afanarse la urna. Los tanos se dieron cuenta y los registros de la época hablan de al menos tres muertos, al menos 30 heridos, cifras ambas que después subieron. Recuerden que las elecciones en aquellos años no eran en las Escuelas sino en los atrios de las Iglesias. La única Iglesia de La Plata entonces era San Ponciano”.
“Imaginen, a los cuchillazos en el atrio de la Iglesia. Además de cuchillo, balas, es decir a los tiros en la Iglesia. Espadas, ¡lanzas!, a los lanzazos. Y el cronista cierra la crónica contando que vio salir de la Iglesia San Ponciano a un napolitano con un hacha clavada en el parietal izquierdo. Y ahí dije… a esto hay que contarlo”.
“Cuando empiezo a investigar y escribir sobre eso me encuentro con que hay muchas piezas del rompecabezas que faltan. En La Plata por ejemplo, a los dos templos masónicos que fueron muy importantes en aquellos tiempos, fanáticos religiosos salieron una noche con antorchas tipo Ku Klux Klan, y los prendieron fuego. Todos los documentos de esos templos desaparecieron. Y en este caso lo mismo: falta el Expediente del caso Francisca Rojas, y tenés que reconstruirlo con las piezas que sí tenés. Y con las piezas que faltan tenés que hacer algo que un historiador profesional no podría: empezar a novelar, a pensar que pudo haber pasado, empezás a inferir. Tenés que salir de la no ficción”.
“Mientras investigaba para “La ciudad de las Ranas” empiezan a salir los primeros datos sobre el caso Francisca Rojas. En aquel libro abarco desde 1882 hasta 1893, y en el medio está ese caso. Cuando encuentro esos datos también empecé a indagar al mismo tiempo sobre eso. El recorrido fue el mismo, es un camino compartido que aborda el mismo período histórico que tanto me atrae. Porque en esos años cientos de miles de inmigrantes vinieron a la Argentina, la masonería influye muchísimo, aparecen los primeros atisbos del anarquismo, la Generación del 80’. Podías cruzarte por la calle con Vucetich, Roca, Rocha, Mitre, Pellegrini, Sarmiento. Y que además se combina con cambios sistémicos claves como la Ley 1.420, que estableció la educación pública, laica, gratuita y obligatoria”.
“Mientras iba encontrando material para el libro anterior, me encuentro con este personaje excepcional: Iván Vucetic. Y a los cronistas de la época se les pasó de largo el desarrollo de la dactiloscopia, el caso Francisca Rojas, y no encontrás absolutamente nada. Cuando investigaba fui a Necochea donde la leyenda urbana decía que un viejito de apellido Gould tenía los diarios de la época guardados. Pregunté por su casa y di con él e hice el puente con el Archivo Histórico local para que entregue esos diarios, y por supuesto que antes me los dejara ver. Peiné desde 1891 y hasta 1902 y nada, en los diarios locales. Pero claramente Vucetic entendió la importancia de lo ocurrido en Necochea, fue el certificado de que el sistema que él estaba desarrollando funcionaba”.
“En la tapa del libro aparecen tres hombres. Juan Vucetich, Eduardo Álvarez, y el tercero es Valentín Hierro, ese personaje es mío. Uno de los primeros desafíos que uno tiene como escritor es decidir cómo lo contás, si es en primera persona, ¿en lugar de quién te ponés? Si lo contás en tercera persona, ¿omnisciente o no omnisciente? Y además está el registro temporal, ¿lo contás desde 1892, caso Francisca Rojas, o años después, para atrás, lo que vivimos en aquel momento. Es una decisión que hay que tomar al inicio. Si lo contaba desde la perspectiva de Álvarez quedaba en Necochea, lejos de Vucetich. Si lo contaba desde Vucetich muy en La Plata y lejos de Necochea, y mucho sabor a bronce, a estatua, a sabio. Entonces evalúo crear un personaje que fuera como un discípulo de los dos”.