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Acéptelo: las máquinas nos dominarán

Federico Sabalette
Federico Sabalette
3 Minutos de lectura

Las películas gringas lo vienen prediciendo hace rato pero no nos dimos cuenta de su oscuro mensaje. Es una realidad a la vista y es nuestro destino inexorable: las máquinas dominarán al ser humano. Póngale la imagen que quiera, nanorobots con armas, cables subterráneos, satélites de avanzada o enanos de silicona con una 38 en cada mano artificial. Pero lo cierto es que la tecnología, que debiera ayudarnos en nuestro quehacer diario y en nuestra existencia en sí, en realidad nos está llevando a la ruina.

Repasemos ejemplos cotidianos. La gente que está aburrida y sufre de soledad, conversa con ChatGpt (uno de tantos monstruos derivados de la “inteligencia artificial”) y se hacen amigos de… ¿De qué? ¿De códigos binarios? Ya no hace falta ir a charlar al club Ferro o conocer gente en el baile de Sevigné, porque la IA responde sus inquietudes y sabe absolutamente todo, disponiendo de toda la información existente en internet. «Ayúdame, comí repollo morado y sufro colitis»… Y su nuevo amigo virtual reemplazará al médico clínico que espera estresado en el Hospital San Roque.

Otro ejemplo. El niño con pocas habilidades para socializar se sumerge en un juego virtual, formando una vida paralela, con otro nombre y otra imagen. Se vincula amistosamente con otra persona… ¿Otra persona? ¿O es un «bot», un invento formado por ceros y unos? ¿Cómo saldrán las generaciones de pibes que se comunican más por la computadora que en el parque, jugando a la pelota o improvisando cañas de pescar en una zanja? Así con todo. Las fábricas necesitan cada vez menos obreros. Los estudiantes y oficinistas ya no redactan sus propios proyectos. En China ya existen autos que se manejan solos. ¿Se imagina un medio de comunicación, por ejemplo este prestigioso diario que tiene usted ahora entre sus cálidas manos, controlado por la inteligencia artificial? Si perdemos nuestra libertad para pensar (la conciencia, donde Dios habita) nos controlarán del todo tristemente, manejándonos con más facilidad que a las ovejas que tenía mi padre Enrico con sus hermosos Border Collies.

No se cuál es la solución. Tal vez volver al campo profundo, buscar una napa de agua y colocar un aljibe, tener huerta y animales, una aguada, una matera, un molino. Todo es consecuencia del capitalismo feroz y usted sabrá más que yo sobre eso. Pero al menos como humilde pastor le recuerdo que allí arriba está Dios, esperando nuestro despertar y nuestra fe, para volver a las raíces, cuales sea que usted considere. Pero si es parte de su plan divino enfrentarnos a las máquinas, como las películas apocalípticas estadounidenses, allí estaremos de pie, defendiendo nuestra tierra gaucha y cristiana con fe inquebrantable.

Cristobal Gamarra – [email protected]

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