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Mama Antula, la primera Santa argentina: quién fue y qué sitios se pueden visitar para seguir su legado

Federico Sabalette
Federico Sabalette
4 Minutos de lectura

Este domingo 11 de febrero es y será una fecha muy especial para la congregación católica y, en especial, para la denominada “familia antuliana”: la religiosa María Antonia de Paz de Figueroa, conocida como Mama Antula, se convertirá en la primera santa argentina, cuando sea canonizada por el Papa Francisco en Roma. El Proceso de Beatificación comenzó en 1905 y María Antonia fue beatificada el 27 agosto de 2016.

Dos milagros atribuidos a la beata le permitirán alcanzar la santificación: la curación de la hermana religiosa Vanina Rosa, en 1905, y la recuperación de un hombre de un accidente cerebrovascular, a comienzos del siglo XIX. Ese segundo milagro ocurrió hace 200 años en la provincia de Santa Fe. Los familiares del enfermo le rezaron a María Antonia y se produjo lo que era una curación imposible. La historia clínica fue enviada a Roma para ser evaluada por nueve médicos de distintas partes del mundo que no encontraron explicación a la recuperación del paciente.

En Argentina y en varios países del mundo, hay miles de devotos de esta mujer nacida en 1730 en Santiago del Estero, quien vistió el hábito jesuita desde 1745, cuando tenía 15 años.

Mama Antula se dedicó primero a la educación de los niños, al cuidado de los enfermos y al socorro de los pobres, pero su misión llegó pasados sus 30 años. Luego de la expulsión de los Padres de la Compañía de Jesús, en 1767, María Antonia maduró la intención de continuar el apostolado de los Ejercicios Espirituales. Fue entonces cuando empezó su misión en salida y eligió su nombre de Iglesia: María Antonia de San José.

El método seguido por la Mama Antula fue muy sencillo. En efecto, apenas llegaba a una ciudad o pueblo indicado como lugar de Ejercicios, se presentaba inmediatamente ante las distintas autoridades para obtener los permisos pertinentes. Los Cursos de Ejercicios duraban unos 10 días y se celebraban a lo largo de todo el año. Los participantes eran personas de distintas condiciones sociales.

En 1779, después de un viaje de 1400 km, regresó a Buenos Aires para obtener el permiso de organizar los Cursos de Ejercicios. Esperó cerca de un año para conseguirlo, pero le fue negado principalmente por el Virrey, que sentía aversión por todo lo relacionado con la Compañía de Jesús. Recién al año siguiente, en 1780, comenzaron los retiros en Buenos Aires con increíble éxito. En cuatro años, más de 15.000 personas se sumaron a su convocatoria espiritual.

El deseo misionero la llevó a Uruguay, a las ciudades de Colonia y Montevideo, donde permaneció tres años. De vuelta en Buenos Aires, inició la construcción de lo que hoy es uno de los edificios más antiguos de Buenos Aires, la Santa Casa de Ejercicios Espirituales en la avenida Independencia 1190, a metros de Avenida 9 de Julio, desde donde se puede ver un mural hecho en mosaiquismo con su figura, realizado por la artista Mónica Corrales.

Después de una vida tan virtuosa, original y fecunda en el apostolado de los ejercicios espirituales y sobre todo ejemplar en la virtud, murió el 7 de marzo de 1799 a los 69 años. (Dib)

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