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El Voto Emocional

Mauricio
Mauricio
6 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

Al votar uno elige y siempre manifiesta una preferencia que se trasunta en una decisión o en una inclinación hacia un partido, idea o candidato.

La preferencia es siempre positiva y no negativa.

En el voto emocional se expresa una decisión, pues se toma voluntaria y libremente, pero no una preferencia, sino una inclinación que generalmente es en contra de lo que no se quiere.

Cuando se actúa emocionalmente, la razón prácticamente es anulada por un estado de ánimo que va de la bronca a la negación total.

El fanatismo también es emocional, pero no en contra sino a favor, porque manifiesta pasión por una idea, una creencia o una parcialidad.

La diferencia entre el voto racional y el emocional, radica, en mi opinión en que el primero es ideológico, mientras que el segundo es una decisión que responde a una circunstancia coyuntural o de momento.

Las emociones también pueden ser objeto de incitación, las razones, en cambio, provienen de la introspección (pensamiento propio e íntimo), o la persuasión (pensamiento adquirido y transmitido por otro).

Lo que yo llamo el voto emocional, no solo a veces parte del estado de ánimo adverso que se tiene frente a la situación que se vive, sino también por contagio o transmisión del que sienten otros o infunden los medios de comunicación con comentarios y noticias tendenciosas.

En las encuestas preelectorales antes se denominaba ”voto cautivo” al voto partidario e ideológico, llamándoselo hoy ”núcleo duro”, predominando siempre la franja de independientes e indecisos, que tienen más propensión al voto emocional llamado comúnmente ”voto en contra de o voto bronca”, que se puede dar contra una situación dada, un gobierno o un candidato político en particular.

En Argentina el voto cautivo o ideológico ha cedido lugar al predominio del voto por la persona que por la idea, por el candidato que por el partido que represente, de allí que los partidos políticos tradicionales formen frentes o coaliciones electorales, y aparezcan en la escena política ciudadanos famosos en alguna actividad no relacionada con la política (artística, deportiva, científica, docente, etc).

El voto emocional también en esos casos se expresa, pues prima en el ciudadano al momento de votar el sentimiento de admiración por un candidato, a veces y en muchos casos sin tener muy en cuenta que ideas o proyectos tiene.

En lo emocional la preferencia por lo afectivo prepondera al pensamiento racional ideológico o por interés y conveniencia. Además en algunos casos también se inclina por candidatos con una personalidad fuertemente pasional manifestada con ideas totalmente contrarias a las ya conocidas y hasta transgresoras de las tradicionales formas de hacer política y de gobernar.

Al respecto, en uno de los libros de un conocido neurólogo argentino que se ocupa de la neurociencia y que también ha comenzado a incursionar en política, al analizar la vinculación entre el cerebro y la política, con relación al voto, afirma “estos hallazgos (se refiere a estudios realizados) sugieren que el voto, muchas veces asumido como producto de una deliberación racional, es, más bien, influenciado por un juicio rápido e inconsciente”. (Por ejemplo, y esto lo acoto yo, puede ser el caso de los indecisos que se deciden a último momento).También señala “… hay evidencia suficiente de que las emociones guían nuestras decisiones en muchas circunstancias”

El voto emocional se manifiesta y se ha manifestado en este país para demostrar rechazo a una política o a un gobierno, votando en contra, o buscando a través de otra opción electoral producir un cambio por bronca o hartazgo. Por lo que no es una expresión de preferencia o positiva sino en contra de tal o cual candidato o partido. En cambio, el voto por el menos malo, es ya una evaluación más racional.

El voto emocional prepondera especialmente para poner en evidencia el fracaso de algún gobierno, por lo que también se suele llamarlo “voto castigo”.

Lo opuesto al voto puramente emocional es el llamado “voto confianza o esperanza”, que es más racional que emocional.

El voto emocional es provocado por el mal humor y no por una evaluación reflexiva. De allí que pueda resultar en contra de quien lo adopta.

Para finalizar un pensamiento “no hay que olvidar que la bronca es una actitud que casi nunca nos juega a favor, sino en contra”.

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