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La Justicia

Federico Sabalette
Federico Sabalette
5 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

El concepto de justicia se relaciona con la razón porque se basa en lo sensato, adecuado, prudente; en la verdad porque va en busca de su demostración; en la rectitud ya que se apoya en la conducta que es jurídica y moralmente correcta; y en la dignidad pues la protege y la promueve, al exigir respeto y la progresividad en derechos con relación a tal condición que es propia de toda persona sin discriminación de ningún tipo.

Es un ideal que es perseguido por la mayoría de los integrantes de una sociedad. También es un valor reconocido como virtud, y en casos un juicio que suele dar lugar a apreciaciones dispares en cuanto a considerar como justo o injusto comportamientos o actos, y una finalidad que es ansiada y reclamada como resultado en las acciones humanas y en especial de gobiernos.

El concepto de justicia deviene de la aparición previa de las injusticias que existen desde el comienzo de la humanidad, ya que toda persona al ser imperfecta es proclive a cometer actos injustos. De allí una popular expresión que dice ¡es más vieja que la injusticia!.

Es tal el deseo de justicia que La Biblia lo asimila al del hambre y la sed.

Las injusticias que más duelen son las causadas por las desigualdades, las discriminaciones, las arbitrariedades, los abusos, las crueldades, las servidumbres, las humillaciones.

El Poder Judicial es quien administra justicia conforme a las leyes para evitar el ojo por ojo y el diente por diente, es decir hacer justicia por mano propia y aplicar el derecho en la solución de los conflictos con el fin de que se logre la paz social.

También los poderes políticos del estado tienen el deber de ser justos en la sanción de las leyes y medidas a tomar, pues el bien común así lo exige.

En cuanto al merecimiento de recompensas y castigos se habla de una justicia retributiva, y en lo que respecta a la igualdad o proporcionalidad en términos de intercambio o de reparto de una justicia conmutativa y distributiva.

Ser justos para los poderes del estado es un deber legal y moral, sin embargo para un particular es más de orden ético, ya que cuando lo injusto no resulta de un acto ilícito es solo reprobable por quienes lo sufren, por ejemplo actitudes desconsideras, injustificadas, ingratas.

Además el concepto de justicia puede resultar subjetivo, ya que un mismo comportamiento o acto puede ser injusto para algunos y para otros no.

La que no puede ser subjetiva ni tendenciosa es la justicia impartida por el Poder Judicial, que por el contrario debe ser objetiva e imparcial.

No obstante ello, también se les admite a los jueces cierto margen de subjetividad, que consiste en expresar su íntimo convencimiento del sentido de justicia siempre que sea razonable, aun cuando no concuerde con la estricta interpretación literal de la ley, a lo que jurídicamente se denomina equidad.

Ello es una cosa, y otra muy distinta es expresar parcialidad en sus sentencias, que es precisamente lo malo que hoy demuestra la justicia en Argentina, por ser en varios casos dependiente del poder político y hallarse politizada.

Es reprobable la judicialización de la política, pero peor es la politización de la justicia, pues no cumple el mandato constitucional de independencia, imparcialidad y objetividad, quien debe ser el poder al cual ella le atribuye la potestad de garantizar su aplicación y supremacía.

Es común en este país hablar de estigmatización, chivos expiatorios o perejiles, delincuentes de guante blanco que gozan de impunidad y no van a la cárcel, y ver cantidad de manifestaciones de familiares de víctimas de delitos pidiendo justicia.

Unido a ello, en lo social y económico, a la opulencia de unos pocos que contrasta con las carencias de muchos.

“Es grande el déficit de la política, pero resulta más grave aún porque a quienes deben administrar justicia también los involucra, lo que atenta y pone en serio riesgo a la república”.

“En Argentina, las injusticias de que hablaba Martín Fierro siguen teniendo las mismas víctimas, que son la gente común y los que más necesitan, aunque adquieran mayor difusión los casos de espionajes y persecuciones políticas”.

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