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8M: no se felicita se LUCHA

Mauricio
Mauricio
4 Minutos de lectura

El 8 de marzo nos interpela más que nunca a la reflexión por la igualdad de género, teniendo en cuenta que la pandemia vino a profundizar todas las desigualdades para las mujeres.

La construcción de una sociedad más igualitaria requiere de una política pública integral para la organización social del cuidado.

El reconocimiento del trabajo doméstico como trabajo no remunerado es un avance en la visibilización de la brecha salarial y la distribución injusta del trabajo. Está inequidad profunda e histórica es parte del entramado de la desigualdad de género.

La naturalización de la mujer como cuidadora, implica tener más dificultades para conseguir trabajos no precarizados, profundizando situaciones de dependencia. Este sentido común   está anudado a otras tantas etiquetas con las que cargamos, que día a día enfrentamos y hacemos visibles en cada lucha por nuestros derechos y en cada 8M.

Estos condicionamientos se tornan trágicos con cada femicidio y con cada abuso. Hoy, las mujeres, seguimos circulando con miedo por la vía pública.

El abuso sexual en grupo a una joven a plena luz del día en uno de los barrios más acomodados de la CABA, vuelve a despertar la indignación social que resurge cada tanto. Sin embargo, estos hechos que reencarnan nuevamente la indignación, sin margen para posturas tibias o dubitativas, son solo la máxima expresión de un sistema que subyace en los privilegios de poder de la cultura patriarcal.

Un sistema de desigualdades permanentes que ubican a la mujer en estas condiciones:

  • En cuanto a la desigualdad salarial: en trabajos formales los hombres tienen un salario un 30% superior al de las mujeres por idéntica tarea y esta diferencia aumenta a 35,6% en empleos informales.
  • la sobrecarga del trabajo doméstico en las mujeres: si bien esto está cada vez más visibilizado sigue siendo una “responsabilidad” de la mujer y al hombre se lo ve como un “colaborador”. La sobrecarga del trabajo doméstico se relaciona directamente con la precariedad profesional porque las mujeres argentinas históricamente son las principales responsables de las tareas no remuneradas y el cierre de escuelas intensificó esta sobrecarga y redujo aún más la disponibilidad de horas que tienen las mujeres a cargo de hijos para insertarse en el mercado laboral de forma remunerada.
  • precariedad profesional: si bien la pandemia produjo un fuerte impacto en el mercado laboral en todo el país, entre las mujeres estuvo más marcado.
  • débil presencia en la política, la cultura y el deporte: estos ámbitos tienen una preminencia histórica del hombre como protagonista.
  • su difícil acceso a los espacios públicos: las mujeres tenemos que esforzarnos más, capacitarnos más y trabajar más para acceder a los lugares que acceden los hombres.
  • el uso sexista del idioma: lo masculino representa a todos y el lenguaje inclusivo es denostado como una simple “moda” para tapar el reclamo de las mujeres.
  • el acoso sexual y muchas otras asimetrías contribuyen a ello.

Este 8M nos encuentra con muchas conquistas, pero con muchas deudas. La importancia del rol del estado en la consolidación de políticas públicas nacionales se hizo evidente con la pandemia.

POR ESO, PORQUE MOVEMOS AL MUNDO NOS UNIMOS POR LA IGUALDAD.

NO HAY JUSTICIA SOCIAL SIN IGUALDAD DE GÉNERO.

EQUIPO TÉCNICO – GENERACIÓN IGUALDAD

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