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La Educación Pública

Federico Sabalette
Federico Sabalette
7 Minutos de lectura

Por el Dr. Héctor Ulises Napolitano

 

La educación pública es el ámbito en el cual se ejercen los derechos a enseñar y aprender que establece el artículo 14 de la Constitución Nacional.

La Ley de Educación Común en nuestro país se sancionó bajo el n° 1420 en el año 1884 durante la presidencia de Julio Argentino Roca, que instituyó la educación obligatoria y gratuita, creando el Consejo Nacional de Educación para la enseñanza primaria.

El actual presidente paradójicamente ensalza a Julio Argentino Roca como uno de sus mayores próceres, cuando muestra tanto en sus expresiones como en sus acciones estar en contra de una educación pública, gratuita y obligatoria, lo que contradice totalmente a quien teniéndolo por prototipo y modelo político la estableció y promovió.

Alberto Benegas Lynch, diputado del partido del actual presidente, y uno de sus amigos y asesores más íntimos dijo en un reportaje que se le hiciera recientemente que la educación no debería ser obligatoria para permitir que el hijo de un obrero trabaje en lugar de estudiar para ayudar en el taller o en su trabajo a su padre, lo que es una idea propia del oscurantismo, de sumir a una gran parte de los sectores pobres en el analfabetismo y en la ignorancia, como sucedía en otros tiempos de nuestra historia que creíamos superados.

Además señaló que un hijo de obrero no se puede dar “el lujo” de llegar a la universidad. Puse entre comillas la palabra lujo que dicho personaje expresó, porque constitucionalmente es un derecho reconocido y garantizado.

En efecto, no es de carácter facultativo sino imperativo el mandato que la Constitución Nacional establece en el artículo 75 inciso 19 cuando alude a la sanción de leyes en materia de organización y de base de la educación, donde refiere a asegurar la igualdad de oportunidades y posibilidades sin discriminación alguna y garantizar los principios de gratuidad de la educación pública estatal y la autonomía y autarquía de las universidades nacionales.

Hoy la obligatoriedad de la educación se ha extendido desde hace tiempo del nivel primario al secundario, condición ésta última que resulta ser imprescindible para el acceso a cualquier empleo donde se requiere una elemental formación educativa de quien aspira obtenerlo. Muestra de ello son los colegios de horarios nocturnos que existen en todo el país para posibilitar que adultos mayores puedan cursar estudios secundarios.

No sólo que para la época en que vivimos es sumamente necesaria la instrucción básica completa, sino también para el propio desarrollo como país en plena era del conocimiento, donde la educación es el pilar fundamental para el aprendizaje, la información y la capacitación.

El analfabetismo y la falta de instrucción es una de las causas principales del atraso y la pobreza. La educación en igualdad de oportunidades de progreso y avance en lo personal, laboral, social y económico.

Los países desarrollados son los que más invierten en educación, y por el contrario los subdesarrollados los que menos lo hacen.

La educación no es un gasto sino una inversión.

Además, aún para el liberalismo económico más ortodoxo, la educación es una facultad indelegable del Estado.

El actual presidente parece no conocerlo, aunque es una simulación, ya que con el pretexto de recomponer las finanzas del Estado, pretende reduciendo al mínimo las partidas presupuestarias destinadas a la educación pública, hacer que sea privada y desligarse de tener que sostenerla, por entender, a contramano de lo que sucede en casi todos los países del mundo, que debe estar sujeta a las leyes del mercado y al deseo de educarse y posibilidad económica de concretarlo de cada individuo o grupo familiar.

Los ejemplos que ha dado al respecto es la de no ser obligatorio para instruirse ir a una escuela o colegio, sino el de hacerlo desde el propio hogar o en un establecimiento con maestros y docentes contratados de manera privada. Es decir, lo que vulgarmente se llama el docente particular.

En el caso de concurrir a un establecimiento público utilizar el sistema de vouchers, que no ha dado resultado en ninguno de los países en que se lo quiso implementar.

En pocas palabras, desfinanciar la educación pública en todos los niveles.

Dice, entre otras cosas, que su política tiene por objetivo lograr lo que él denomina “un cambio cultural”.

En primer lugar, ningún cambio cultural es impuesto y menos de manera disruptiva, pues necesita del convencional consenso social que es por lo general progresivo y tiende a ser evolutivo y no regresivo. En tal caso la resistencia al cambio se justifica cuando es negativo por involutivo. Que es el mío y el de muchos. En segundo lugar, si la derecha tilda a los gobiernos populares de ser demagógicos por valerse de la ignorancia y poca instrucción de las masas, también incurren cuando son gobierno en igual proceder, como el actual presidente, ya que su intención en pos de la falaz libertad que él proclama es instar mediante la no obligatoriedad de instruirse a que las mayorías populares por carecer de ella no tengan conciencia de sus derechos y por consiguiente de sentido crítico.

“¡A la educación pública la ampara la constitución; la defienden muchos como yo, y la demanda el potencial desarrollo y progreso de esta nación!”.

A pesar del desprestigio que intentan instalar contra ella, gracias a su educación me formé y estoy muy satisfecho, aclarando además sin recibir ningún adoctrinamiento que no sea el del conocimiento esencial, interdisciplinario y académico.

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