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Luis Díaz presenta su libro “Insurgentes y Revolucionarios”

Federico Sabalette
Federico Sabalette
12 Minutos de lectura

Luis Alberto Díaz es Profesor en Historia y Licenciado en Ciencias Sociales. Vive en Morón. Se desempeñó como profesor y directivo en diferentes colegios secundarios del conurbano bonaerense entre 1984 – 2004. Con él charlamos sobre el libro que presentará en Dolores el próximo viernes, y nos decía: “Pasé mi vida en la escuela y en profesorados, enseñando historia argentina y americana. No soy un escritor. Soy un profesor que se puso a escribir lo que fue aprendiendo, de otras y de otros…”.

 

  • ¿Cuál es el objetivo principal de su libro?

El propósito del libro, es volver a estudiar la Revolución de Mayo y las guerras de la independencia, desde una perspectiva no abordada generalmente por la historiografía argentina, como es, la explicación del proceso revolucionario desde el “interior continental”, en este caso el Alto Perú, en lugar de hacerlo –solamente- desde la perspectiva porteño-céntrica y “atlántica”. Para ello nos proponemos visibilizar, el centro de formación política de los cuadros dirigentes de la Revolución que fue la Universidad de Chuquisaca, explicitando las diferencias ideológicas y políticas entre las facciones que se disputaron la conducción del proceso, el sentido continental del mismo y el protagonismo que tuvieron las mujeres, las comunidades indígenas, la población afroamericana y los sectores populares mestizos.

  • ¿Qué se debería profundizar o complementar la historia de la Revolución?

Todos hemos aprendido que la revolución, se gestó por la influencia del Iluminismo del siglo XVIII, la Revolución Francesa, la Independencia norteamericana, la Crisis de la monarquía española, la invasión de Napoleón a España e incluso por la experiencia porteña en la Reconquista de Buenos Aires durante las invasiones inglesas. Esto es verdad, pero es una verdad a medias, falta un componente en esta historia. Generalmente no se consideran como parte causal e interviniente de la historia nacional, a los “sucesos americanos” ocurridos en las Provincias “de arriba” del Virreinato del Río de la Plata, en los Andes centrales (Alto Perú, hoy Bolivia) desde fines del siglo XVIII y que también pusieron en crisis la dominación colonial generando las condiciones para el estallido revolucionario.

 

  • ¿A qué se refiere con el “componente altoperuano”?

La Universidad de Chuquisaca, fue el centro académico donde se graduó la mayor parte de la dirigencia política criolla (al menos, la más revolucionaria). Sus claustros académicos, la Academia Carolina y los círculos intelectuales de las tertulias nocturnas, fueron ámbitos de discusión jurídica y política, en torno a la responsabilidad de los funcionarios españoles en las causas de las rebeliones indígenas y comuneras de 1780-1782) y los abusos que se cometían contra la población indígena con los tributos y la mita minera. Sus profesores fueron los responsables –además- de que los alumnos tomen contacto, con las obras y autores prohibidos del iluminismo francés. Esta Universidad y ese clima académico, fueron el ámbito de formación política de los doctores que lideraron el estallido revolucionario. Y llamo “componente altoperuano” a la ideología revolucionaria que gestaron los doctores, que le dieron especificidad propia americana a la Revolución y la intervención de los mismos a lo largo del período en los gobiernos más revolucionarios (porque también los hubo conservadores y contrarrevolucionarios). No copiaron la experiencia francesa y norteamericana, las estudiaron si (al igual que a las obras de Montesquieu y sobre todo Rousseau), pero para interpretar la realidad social y política de la historia reciente de los Andes centrales, y generar una ideología propia: el Silogismo de Chuquisaca para dar legitimidad y legalidad a la Revolución por la retroversión de la soberanía popular a los criollos y la noción de Contrato Social -por oposición al Pacto de Dominación- adaptado a la realidad americana por la concepción de Igualdad entre americanos y peninsulares y sobre todo entre blancos y no blancos, que se tradujo en la restitución de libertades y derechos (políticos, sociales, educativos y de propiedad) a mestizos, indígenas, pardos y morenos, la restitución de territorios a las comunidades indígenas, la abolición de tributos, castigos físicos y la mita minera; el rescate de esclavos y la obtención de su libertad tras servir en los ejércitos y la ley de vientres de 1813. Éstos son algunos de los propósitos políticos de transformación revolucionaria que denomino “componentes alto-peruanos” porque se gestaron en el ámbito político de la Universidad y que impulsaron los distintos gobiernos de la facción más revolucionaria y a las que se opuso la facción contrarrevolucionaria, a lo largo de toda la década.

 

  • ¿Qué detonantes internos/nativos tuvieron las revoluciones latinoamericanas?

Los abusos políticos y económicos de los funcionarios peninsulares a comuneros e indígenas; y las medidas represivas contra las protestas; el racismo español que se tradujo en el desprecio por lo americano y la negación de reconocer como Iguales a los nacidos en América respecto de los nacidos en España; la oposición de los funcionarios a la retroversión de la soberanía contenida en el Pacto Monárquico, una vez que el monarca fue prisionero de Napoleón; la negación a reconocer la legitimidad de representación política de los criollos; la tremenda injusticia social que vivían los sectores populares que abrazaron la Revolución en la esperanza de gozar de derechos ciudadanos por la construcción de un nuevo orden democrático.

 

  • ¿La historia liberal, por llamarla de algún modo, tuvo en algún momento rival que le dispute su predominancia en la educación?

Sí. Las diferentes variantes del llamado Revisionismo Histórico y la llamada Izquierda Nacional, propusieron siempre la revisión del pasado. Pero cada vez que en la Escuela se pretende revisar ciertas interpretaciones surge la acusación de “politización” de la historia y “adoctrinamiento” de los alumnos.

 

  • ¿Qué personajes centrales dirías que continúan “invisibilizados” o marginados de la historia oficial?

En principio, nunca pudimos conocer el pensamiento político, económico y social de figuras como Moreno, Castelli, Belgrano, Monteagudo, San Martín y Artigas, porque no se los lee, los documentos que escribieron no se leen en la escuela y otros nos hablan por ellos. Creo que convertirlos en “próceres” los enmudeció más, porque quedaron en el mármol o en el bronce monumental, lejanos de la gente y en silencio. Prefiero verlos como Insurgentes y Revolucionarios, como cuadros políticos que hicieron política revolucionaria, que tuvieron ideología y conflictos en la lucha política, y que hubo traiciones y hechos generosos. Esa humanidad esta invisibilizada.

Luego están invisibilizadas las figuras altoperuanas que se comandaron las guerrillas altoperuanas como si fueran representantes de una etapa pre-boliviana, bueno, así se interpretan. Finalmente, los sectores populares: las mujeres (más allá de María Remedios del Valle y Juana Azurduy rescatadas no hace mucho del silencio, y de las damas porteñas aceptadas por la historia tradicional) Historizar el protagonismo de las mujeres, es una deuda historiográfica, aunque hay trabajos importantes en esa línea de trabajo, predomina la visión patriarcal todavía. Los indígenas, una negación justificada en el racismo, muy fuerte, muy fuerte, al igual que la visibilización de los afroamericanos. La idea de una Argentina blanca bajada de los barcos, porteña o aporteñada, a pesar de los avances en esta materia, es muy fuerte aún. Y más en el actual contexto.

 

  • ¿Cómo docente cuáles son sus desafíos en este sentido? ¿Qué inquietudes plantean los alumnos?

Yo estoy jubilado desde hace un año. Dejé el secundario hace veinte años, desde entonces trabajé en la formación docente. El desafío mayor era que se dispongan a leer, para poder problematizar las etapas históricas y poder entender la realidad social. Eso genera conflictos y desconfianzas, de que bajamos línea política. Más en la actualidad, donde se estigmatiza al docente con la acusación de adoctrinamiento. Pero siempre pude comprobar, que cuando los alumnos leen a los protagonistas y comprenden las ideologías y conflictos que estaban en juego, se entusiasman con la historia. Bueno, algunos, no todos (risas).

 

  • ¿Qué invitación desearía hacer para la presentación del libro en Dolores?

Me gustaría invitarlos a re-pensarnos, re-pensando nuestra historia, animándonos a ver algunas cosas que no queremos ver, como por ejemplo que no hay en este tema de la Revolución y la Independencia, una historia boliviana, una historia argentina, una historia uruguaya, una historia chilena, una historia paraguaya… Hay una historia, con matices regionales claro, diversos, que expresan lo que somos, la marronitud de América, eso somos. Entre La Quiaca y Villazón, las naciones fijaron un río limítrofe, pero la realidad es que simplemente hay un río; entre Buenos Aires y Montevideo hay un río, no era una barrera, un límite y lo mismo podríamos decir de la cordillera.

Somos hijos de la misma historia, de las mismas luchas, de los mismos dramas y de las mismas esperanzas. Ver la historia desde el Alto Perú, me movió a pensar-nos nacionalmente desde el interior del continente, a pensar nuestra nacionalidad con perspectiva continental, que era la que los Insurgentes y los Revolucionarios pensaron para las generaciones venideras. Invito a pensar-nos así, desde Tierra Adentro y no sólo desde las orillas del río de la Plata mirando a Europa o EEUU como modelos a seguir. Quedan todas y todos invitados a este encuentro que se llevará a cabo en el Archivo Histórico el próximo viernes 3 de mayo a las 18 horas.

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