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Una de vascos pendencieros

Federico Sabalette
Federico Sabalette
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La causa nº 138 del año 1856, caratulada como “Criminal contra Pedro y Bernardo Hauscarriaga, por haber atropellado de noche la casa de doña Graciana Irigoyen en nuestro pueblo a fines de julio”, se inició el 12 de febrero de 1856 con una constancia que dice: “Juez de Primera Instancia en lo Criminal del Departamento Judicial del Sud, Dr. Miguel Navarro Viola, estando en su sala del despacho, por ante mí el secretario, digo: que habiéndole comunicado que en la noche del 10 del corriente, habiendo habido un desorden notable en la fonda de doña Graciana Irigoyen, del que había resultado herido en una mano un individuo llamado Hauscarriaga…”, se debía mandar a levantar el correspondiente sumario para la averiguación de los autores y cómplices de aquél desorden, llamando “a declarar a los que tengan noticias de el”.

La primera en declarar fue la Señora Irigoyen, quien dijo que esa noche había “tenido un disgusto Pedro Hauscarriaga con otro individuo que ignoraba”, y que ello había ocurrido “en su casa fonda”. Que en ese momento se encontraba presente el Alcalde Luciano Fernández, quien a pedido de ella echó al revoltoso a la calle, pero que al poco rato éste junto a su hermano Bernardo habían regresado, habiendo roto los vidrios y forzado una puerta, por lo que se vio en la necesidad de abrir la misma para “que no la echaran a bajo”. Precisó que Bernardo Hauscarriaga llevaba en su mano una daga desenvainada, y que los dos hermanos “atropellaron al individuo que había tenido… la cuestión con Pedro”.

Dijo la mujer que los hermanos amenazaron a todos los huéspedes, y que “uno de ellos saltó una tapia temeroso de que lo mataran, porque los Hauscarriaga atropellaron a todos”, desconociendo la Sra. Irigoyen el motivo de la discusión y luego pelea.

Declaró posteriormente el señor Manuel González, quien contó que siendo más de las doce de la noche se encontraba en la fonda, cuando Bernardo Hauscarriaga “había sacado el estoque, desafiando a todos los que estaban alrededor. Que en eso intervino de forma inmediata un hermano… llamado Pedro, y lo llamó para que lo ayudase a pelear contra otro que lo había insultado”, escuchando seguidamente golpes en la puerta y rotura de vidrios, acotando que “uno de éstos le tiró una estocada a la persona con quien peleaba, le rompió el chiripá, provocándole alguna herida…”.

Ese mismo día el Juez Navarro Viola a través del Juez de Paz de Dolores, ordenó que se procediera a la aprehensión de los hermanos Hauscarriaga y al “individuo con quien estos pelearon…”.

En el expediente hay incorporado un escrito del Comisario y Juez de Paz Don Juvenal Rico, quien indica, se “presentó el Teniente Alcalde de este Cuartel, Luciano Fernández, dándome cuenta que en hallándose este en lo de don Juan Irigoyen (fonda), ha habido un desorden ocasionado por Pedro Hauscarriaga y un vasco del Partido del Tandil, que ignora su nombre, quien sin respetar al referido teniente ni a persona alguna de la casa, insistieron en pelear con arma blanca, cuchillo, ambos tirándose hachazos…”, precisando que el Teniente había hecho todo el esfuerzo para evitar el escándalo, pero que uno de los hermanos ofuscado por que no encontraba al vasco con quien quería pelear, descargó su furia contra la puerta, la que rompió, precisando, “la manta de paño (poncho) que este tenía puesta (el Teniente) le ha sido hecha pedazos por Hauscarriaga y el otro vasco, cuando trataba de separarlos…”.

El Juez Navarro Viola resolvió seguidamente, que con las declaraciones tomadas de oficio en la causa “son bastantes para decretar la prisión, como lo he hecho de don Pedro y don Bernardo Hauscarriaga, y de un individuo con quienes estos peleaban… Que en cumplimiento de esta determinación del Juzgado es urgente… (le dice al Comisario Rico) proceda usted sin pérdida de momentos a impartir las correspondientes ordenes con la reserva que demanda el caso, por ser los dos primeros ciudadanos del pueblo; lo que hará duplicar los recursos para que no se burlen de la justicia”.

Por su parte el Comisario Rico le relata al Juez, que “al ser avisado… que en la sala de bayle…(sic) del alboroto hubo ocasionado por don Pedro y Bernardo Hauscarriaga en la casa fonda de doña Graciana de Irigoyen, como la hora era avanzada di orden… que pasase el parte al Alcalde para que este lo pasara por escrito a este juzgado… el que se remite a usted, agregando que al darlo verbal al infrascrito dijo que pasaba por la calle sintió la bulla y entró y pidió auxilio, pero que como todos eran extranjeros y estaban ebrios, ninguno obedeció. En ese momento se dictaron ordenes para la prisión de estos, que fugaron en el acto haciéndolo igualmente el que tuvo la cuestión con ellos… Hasta este momento no se sabe del paradero de estos”.

En el mes de julio al Juez de Paz José Galán le comunican que “en la casa de Juan Bordalejo a las tres de la mañana se presentaron los individuos Bernardo Hauscarriaga y su hermano Pedro, en compañía de Manuel Irigollen (sic), y que Bernardo provocó desórdenes que son los siguientes. A rompido (sic) un puerta del interior y a rompido cuanto botellas de vino…, quienes encabezados por el primero echaron la puerta de calle y después de haber cometido mil desórdenes, Bernardo Hauscarriaga amenazó con asesinar al dueño de casa”.

Posteriormente el Alcalde del Cuartel dos dice que ha detenido y que le inició causa a Pedro Hauscarriaga y a Manuel Irigollen, informándolos que deben nombrar defensor, haciéndolo estos en la persona de don Carlos B. Estrada, tomándoseles inmediatamente sus indagatorias.

En septiembre el Juez en busca de antecedentes de los vascos hermanos, se dirige al Doctor en Medicina don Joaquín Arriola para que le informe si en el año 1853 Bordalejo fue herido por los hermanos Hauscarriaga, indicándole que hiciera “constar el número y calidad de las expresadas heridas”, respondiendo el facultativo a los pocos días, que “en su momento dio parte a la autoridad competente de lo ocurrido, y por el tiempo transcurrido no hago memoria de todas las circunstancias del hecho…”, pero que las mismas fueron producidas con elemento cortante.

En julio de 1857 luego de tomarles declaración a los dos detenido, el Juez de 1era. Instancia en lo Criminal del Departamento del Sud, Carlos H. Correa, ordena la libertad de Manuel Irigollen, y en octubre se le toma “confesión” y se le formula cargos a Pedro Hauscarriaga, “porque tuvo una pelea con un vasco del Tandil en la casa de doña Graciana Irigoyen, y habiendo contenido el Teniente Alcalde don Luciano Fernández, quien lo sacó a la calle y cerró las puertas con llave, al momento con su hermano Bernardo trayendo este un estoquete desenvainado y entrando los dos, atropellaron al mismo, causando un gran desorden, del que rompieron una puerta de vidrio…”, acusándoselo también, de que en enero de 1853 “promovió un desorden con su hermano Bernardo en la Fonda de Graciana Irigoyen, trabando una pelea con Juan Bordalejo, de la que resultó que el confesante como lo ha declarado le dio una puñalada, dándoles otras su hermano Bernardo (tres), y lo hizo con cuchillo, pero que fue después que Bordalejo le pegó con una palo…”. También se le hace cargo por “la reincidencia en cometer escándalos…”, pero el vasco imputado dice en su defensa, que ello es a causa de la bebida y que nunca ha causado mal a nadie.

El Fiscal Cipriano Muñoz al tomar intervención dice que los hechos son todos criminales, y pide que le impongan a Pedro Hauscarriaga “un año de servicio en la cárcel del pueblo, con cuya pena convencional compurgada por la falta cometida por causa de la embriaguez”; y respecto de Bernardo dice que se lo mande a capturar y que “oída sus excepciones..” iba a formular cargos contra él.

El defensor Dr. Carlos Estrada por su parte, dice que los desordenes cometidos por los hermanos Hauscarriaga están “justificados en la causa…”, y que sin duda Bernardo “es el mas criminal y por eso fugó en el acto de acometer el último desorden…”, considerando que la pena solicitada por el Fiscal para Pedro debería ser “compurgada con la pena preventiva de cuatro meses sufrida, absolviéndolo de toda ulterior pena, cargo o responsabilidad”, agregando, que por “ser pobre mi defendido, la presentación la hago en papel común”.

Finalmente. el Juez Carlos H. Correa en la causa por las tropelías de los hermanos dice: “hallo y debo condenar a Pedro Hauscarriaga a un año de prisión al servicio de la cárcel de las Capital…; debiendo continuarse la causa contra el prófugo Bernardo…”.

Posteriormente el Procurador de Pobres presenta una apelación ante la Sala Criminal del Superior Tribunal de Justicia, pidiendo que a Pedro Hauscarriaga se le de por compurgada la pena con el tiempo que llevaba detenido, insistiendo en que fue cómplice en los desordenes, y que la pena de un año sería aplicable si dichos desordenes hubieran tenido consecuencias de gravedad.

Finalmente los Jueces de la Sala Criminal, Alsina, Acuña, Acosta, Carrasco y Medina, confirman la sentencia apelada, por lo que el 13 de febrero de 1858 Cipriano Ballesteros y Mariano G. Prieto, en la “causa por desordenes varios cometidos en el pueblo de Dolores”, apelan por ante la Sala de lo Civil (no existía aún la Corte), donde el Fiscal Torres dice al dársele traslado, que Hauscarriaga merece la pena correccional que se le impuso, pero considera “bastante castigo el tiempo” que lleva preso, “que le ha de servir de saludable lección…, y aprenderá a comportarse en lo sucesivo en los días de descanso sin alterar el orden, sin ofender a nadie”.

En marzo de 1858 al pobre vasco le confirmaron que tenía que seguir preso hasta cumplir la pena, pero desde entonces nunca más se supo de Pedro, si aprendió la lección, como tampoco que fue de la vida de Bernardo, “el más criminal” según el defensor de su hermano.

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